jueves, 25 de junio de 2009

Tesis Número 10

UCAB
Educación, mención Filosofía
Seminario de Síntesis Filosófica
RODRÍGUEZ Julián


MÉNDEZ Carlos
Los Teques, 04-06-2009

DESARROLLO DE LA TESIS


1. Enunciado de la Tesis:

EN EL CASO DE LA NEGACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS, DEMUESTRE QUE LAS BASES DEL ATEÍSMO CONTEMPORÁNEO NO ESTÁN SUFICIENTEMENTE FUNDAMENTADAS.

2. Definición de términos:

ATEÍSMO

El término ateísmo provine del griego (a= letra privativa teoz= dios), es uno de los términos más ambiguos del lenguaje, pero su único contenido es la privación de algo[1]. Si vamos a la terminología, ser ateo, o abrazar el ateísmo, es negar que haya Dios, o negar que haya dioses, o negar que haya alguna realidad que pueda llamarse “divina”, o todas estas cosas a un mismo tiempo. De esta corriente se pueden comprender dos términos fundamentales, el primero ya se ha mencionado, el segundo, llamado antiteísmo, es más radical, consiste no sólo en negar a Dios, sino también, y sobre todo, en negar que la noción de existencia sea aplicable a Dios.

El nombre de ateísmo surgió a fines del siglo XVI, pero la noción de ateísmo, en sus múltiples formas, es diversa. Actualmente se ha identificado ateísmo con el término materialismo[2]. Quizás podríamos decir que el ateísmo es una propuesta contraria al teísmo, al panteísmo, al deísmo, es decir, niega el influjo de Dios sobre el mundo, la coincidencia de cualquier ser con Dios, incluso su misma existencia a partir de la contradicción en la religión racional y natural, dudosa, que es revelada y sobrenatural.

Algunos autores sugieren que el ateísmo, más allá de la negación de Dios como ser absoluto, es deponer la imagen de Dios y colocar al hombre como señor absoluto de su destino.
La postura atea difiere del acto de fe del creyente en que, en lugar de ser una entrega libre a Dios, es un desafío libre a este mismo Dios trascendente. Dirá alguno que el ateísmo absoluto es en el fondo una especie de compromiso religioso de gran estilo[3].

ATEÍSMO CONTEMPORÁNEO

Podríamos hacer referencia al s XIX, en donde se gestan las primeras bases del ateísmo contemporáneo en el talante humanista y en las representaciones positivistas. Todo es producto de las tres ideas de Comte denominadas leyes de los tres estadios, a saber: teleológico, en el que el hombre explica los fenómenos por medio de fuerzas trascendentes, divinas o demoníacas; metafísico: en el que dichas fuerzas, despersonalizadas, se convierten en principios racionales; positivo: que se queda en la averiguación y comprobación de las leyes dadas en la experiencia. Hay que pasar por ellos, pero para llegar a la verdad sólo es necesario el tercero.
Luego, la primera mitad del siglo pasado, con su doble dimensión humanista y científico-positivista, centran su mirada en la humanidad, colocando a Dios como un ideal imposible, pues su admisión significaría para el hombre degradarse al nivel de objeto, dejarse determinar desde afuera por la ética del ser.

En otra concepción, cuando se habla de Dios es sólo una reunión insignificante letras, es decir, una expresión que no posee ningún contenido real. Aunado a esto, el ateísmo contemporáneo es también entendido como la nueva propuesta de esquema que rechaza los esquemas caducos provenientes de la religión de occidente[4]. Más que ateísmo es anti-teísmo. Los ateos de hoy son más enconados en su negación que antes. No se contentan con negar a Dios, con declararlo como algo superfluo e inútil, del que no hay que preocuparse mucho en la vida... Consideran a Dios como una amenaza positiva que hay que combatir activamente, es Uno del que hay que desembarazarse... Dios es el Enemigo número 1 para los ateísmos contemporáneos. De ahí su voluntad o ganas de suprimir a Dios (ateísmo marxista) o de ausentar a Dios (existencialismo ateo)[5].


DIOS

El tema de Dios es uno de los más grandes y sonados a lo largo de la historia de la filosofía, y no sólo esto, llega a todas las esferas de la realidad humana. Se propone como una inquietud que emerge de distinta manera en momentos cruciales, en los que se hace más viva la consciencia de lo irreversible. Así, el tema de Dios, aparece como necesidad de un horizonte (instancia o entidad misteriosa) que sea punto de referencia de toda teoría o praxis para justificar la realidad global y el orden histórico-social y ético-moral. Este es el origen en el que el hombre considera dos planos de realidad: trascendencia e inmanencia.

La tradición filosófica identifica a Dios con la trascendencia. Así, en dicho contexto tradicional, Dios se piensa como realidad superior. Los griegos (presocráticos, Platón, Aristóteles, etc.) lo consideran como el primer ser, origen y destino último del mundo, representado no en uno solo, sino en multitud de entidades. La filosofía medieval transita por esta misma senda. Dentro de todo este proceso, Dios se comprende como aquello que es lo mayor que se puede pensar. En otra concepción, Dios es el ser necesario, pues la realidad nuestra, que es contingente, necesita comenzar a ser, si no es por lo que ya existe y no cabe una serie infinita de seres necesarios cuya necesidad es causada por otro, de tal modo que es, en palabras del filósofo griego motor inmóvil.
En un contexto más actual, la formulación deontológico sugiere que Dios es un fundamento supremo que armoniza la tendencia humana a la felicidad con orden moral, es decir, es el ser supremo y señor universal de la moral.

Dios no es un dato experimental, sino un producto de la consciencia especulativa del ser humano[6]. En consecuencia, Dios se puede percibir como un producto colectivo de la imaginación.
En el plano religioso, Dios es, por excelencia, la noción central de la religión, su estatuto epistemológico con mayor importancia[7].

Según las distintas concepciones, el término puede variar y puede aplicarse a distintas realidades, pero siempre en el plano de comprensión trascendental. En resumen, pertenece a las tres ideas fundamentales: la religiosa: ser trascendente que tiene relación con el hombre; la filosófica: Dios como ser absoluto, fundamento de las existencias, causa y finalidad primera; la vulgar: Dios como horizonte de vida, presente en las experiencias cotidianas[8].


EXISTENCIA

En tanto que el término derivado del latín existentia, el vocablo “existencia” significa lo que está ahí, lo que “está afuera” (existit). Algo existe porque está la cosa, in re, la existencia, en este sentido, es equiparable a la realidad. Puede referirse a cualquier entidad; podemos hablar de ella en un plano real o ideal.

En los momentos de la filosofía griega, el término no preocupaba sobremanera, pues el centro estaba colocado en “lo que hay”, de allí la traducción griega de este término. La problemática griega fue precisamente sobre lo que hay, o lo que está más allá de lo que hay. La noción griega era eminentemente referida a la cosa[9].

Para los medievales, ampliaron el campo de la existencia, no refiriéndolo sólo a las cosas. Para ellos existir es propiamente esse; mejor todavía, existir es ipsum esse. Las consideraciones de algunos otros estaba referida al an sit res, la cosa efectivamente, es decir, la realidad actual que contiene en sí la razón por la que una realidad existe.

En un momento más actual, la consideración de la noción de existencia en parte en relación con los problemas que plantea la aceptación o rechazo de la prueba ontológica y en parte en relación con la cuestión de si hay o no diferencia entre concebir una entidad y concebir la existencia de tal entidad. El problema de la existencia es de tipo metafísico y lógico.

Otros son unánimes al considerar que la existencia es el distintivo específico del sujeto personal, e insisten en el valor absoluto de la persona, que no es res, ni es objeto, ni es parte de la naturaleza, ni un momento en la evolución cósmica, sino algo existente en sí, con valor, consistencia y libertad propios, pero situados en el mundo[10].

3. Posturas en contra de la Tesis:
BERTRAND RUSSELL

Filosóficamente hablando, podemos considerarlo como un neorrealista, contrario al idealismo y al pragmatismo, corrientes filosóficas que rechaza porque posee una tendencia a resolver los hechos físicos y psíquicos en los objetos. Su tendencia es empírica y naturalista, esto lo lleva a internarse en los campos del conocimiento científico. Podríamos decir que está ubicado, específicamente, en un cientismo ingenuo dentro del cual la tendencia realista no logra mantenerse lejana de vagas aspiraciones de la realización de una totalidad cósmica.

Todo el realismo propuesto por Russell, está fundamentado gnoseológicamente en la actividad sensorial, es decir, en los datos sensibles que nos presenta la realidad, que testimonian objetos no ilusorios pero no relacionados recíprocamente y numéricamente infinitos.

El conocimiento humano, fundado sobre los datos de los sentidos es totalmente subjetivo e hipotético, de manera que no existen principios especulativos y, en consecuencia, tampoco principios éticos. Este subjetivismo gnoseológico y este utilitarismo ético, fundado sobre la base del deseo, conducen a Russell a despojar a la naturaleza humana de la dignidad y del valor suficiente para justificar, por ella cualquier idea de Dios[11].

Esta justificación de la no creencia en Dios (ateísmo), logra integrarla sobre la base de que en el fondo, únicamente las afirmaciones tautológicas de la matemática y las afirmaciones sintéticas de las ciencias empíricas tienen sentido para Russell. Evidentemente, sobre tales fundamentos no podía sostenerse ninguna fe. Ninguna visión metafísica del mundo y, mucho menos, se podría considerar una religión como verdadera.

En este sentido es bueno comprender que la presentación que hace Russell sobre el tema de Dios, se dirige a una crítica de la religión. Quizás podría confirmarse que las apreciaciones que hace sobre la misma están dirigidas a una crítica a los códigos morales que propugna la religión cristiana.

Russell se separa de todos estos atisbos de desarrollo religioso, prefiere considerar la lucha por un nuevo mundo, donde se considere que la vida sea una aventura llena de alegría y esperanza, con plena libertad y que el hombre se decida a crearlo[12].

Ahora bien, algunos prefieren indagar más sobre el tema en este autor, más allá de algunas interpretaciones que se puedan hacer sobre la base del desarrollo de su pensamiento filosófico. La pregunta para algunos es si se considera ateo o agnóstico. Ante tal interrogante, podemos citar las palabras de Russell sobre este tema: …yo no creo que sea cierto que no exista tal ser [Dios]; pienso que está exactamente al mismo nivel que los dioses del Olimpo o los dioses noruegos; también pueden existir… No puedo probar que no existen, pero creo que el Dios crisitiano no tiene más probabilidad que ello. Creo que tiene mera posibilidad.

Con ello se concluye que no se excluye la mera posibilidad lógica. Pero su creencia personal firme es que no existen los dioses del Olimpo y mucho menos el Dios cristiano. En todo caso, para Russell, sólo se puede afirmar lo que proviene de los datos de la experiencia, de los datos sensibles y fugaces.

KARL MARX

En primer lugar hemos de decir que Marx pretende lograr la emancipación humana. Para lograr esto, es necesario los elementos de sostenibilidad de dicha utopía. Aunque Marx procede de una familia judía burguesa, pasada la protestantismo, se hace seguidor de Hegel, de quien recibe la inspiración para ser propulsor de la izquierda hegeliana. A partir de sus ideas, se hace ateo, un ateísmo humanista basado en Feuerbach. Dirá en uno de sus escritos: el ateísmo es el humanismo conciliado consigo mismo por eliminación de la religión; el comunismo, es el humanismo conciliado consigo mismo por la eliminación de la propiedad privada[13].

Marx fue un progresista en el área de la filosofía, pero dirigido hacia el ámbito de la praxis política. En este sentido, la mayoría de sus apreciaciones responden a una crítica a las diferentes instancias y a su situación. La ideología, para él, representa la consciencia necesaria históricamente falsa, no simplemente falsa o mentira o engaño intencionado o puro error. De allí que la religión, vista como una ideología, no posee mayores razones para unirnos a ella[14].

El fundamento marxista con el cual se niega la creencia en Dios, es precisamente que a partir de la evolución libre, sin impedimentos, progresiva y universal de todas las aptitudes productivas, le permite ahora al hombre sentirse un creador. Como en la sociedad comunista cada uno vive su nacimiento por sí mismo de un modo visual y sensible y cada uno puede experimentar el ser por sí mismo de la naturaleza y del hombre, resulta prácticamente imposible la creencia religiosa en la condición creatural del hombre.

El hombre comunista está tan satisfecho de sus logros y disfrute que no se pregunta por las cuestiones más allá de la producción material, el cuestionamiento de la realidad trascendente queda silenciado para siempre, ni siquiera el ateísmo como negación forzada de Dios tiene ya aquí ningún sentido[15]. En otras palabras, en la religión, el hombre proyecta fuera de sí de manera vana su ser esencial y se pierde en la ilusión de un mundo trascendente, esa es la primera de todas las alienaciones.

De todo esto, justifica que la idea de Dios es, más que como una reproducción de las cualidades humanas, una caricatura del hombre causada por la indigencia. El miedo caracteriza al animal; y una religión que está esencialmente referida al miedo hace de los hombres animales. Para él, la filosofía desenmascara los principios teológicos como estadios previos empírico-sensitivos de la autoconciencia, los hace superfluos y los suprime, haciendo ver que son mistificaciones[16].

Dirá Marx: ¿Cuál es el ser que se hace inmediato al ser pensado? La autoconciencia. En este sentido, todos los argumentos a favor de la existencia de Dios son pruebas para demostrar su no-existencia, refutaciones de toda idea relativa a Dios. La idea de Dios está, pues, fuera del ámbito de la razón y de la filosofía, la cual es, por lo mismo, una crítica de la religión: lo que un país determinado es para determinados dioses de otro país distinto, eso es el ámbito de la razón para cualquier idea de Dios en general, el ámbito donde aquella idea deja de existir[17].


FRIEDERICH NIETZSCHE
Dentro de la propuesta nietzscheana, el valor supremo de todas las cosas es el superhombre. Dirá este autor que el él [el superhombre] es mi primera y única realidad, y no el hombre, no el prójimo, no el más pobre, ni el que sufre, ni el mejor[18]. Con todo esto, la afirmación última de Nietzsche recae sobre la exaltación del hombre en cuanto que puede llegar a ser un ser perfecto. Como consecuencia de ello, hay que sacrificarlo todo; de cada a la misma hasta la verdad se relativiza por completo[19].

De ahí que no sólo se relativice la verdad, también se relativizan los valores éticos por considerarlos superados. Todo ello se realiza por la sencilla razón de considerar la verdad y los valores como obstáculos para desarrollar al supehombre.

Pero, no sólo queda en este terreno de situación, va más allá, pues no hay nada que se oponga tanto al desarrollo del superhombre como la fe en Dios[20]. Nietzsche lucha con el problema de Dios. Se siente perseguido y esclavizado, oprimido y privado de sus derechos por parte de Dios. Quiere librarse del superpoder divino y se revela apasionadamente contra Dios. En su libro La gaya ciencia proclama la muerte de Dios: ¿Dónde está Dios? Yo os lo voy a decir. ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo!

Estas palabras de Nietzsche sobre la muerte de Dios ha encontrado amplio eco en nuestro tiempo. Se ha convertido en el lema del ateísmo moderno, incluso de la tan absurda teología de la muerte de Dios, de un cristianismo sin Dios, es decir, de un cristianismo en una época supuestamente atea[21].

Nietzsche dice no a Dios. Si hubiera dioses, ¿Cómo soportaría yo no ser ningún dios? ¡No hay, pues, dioses![22] . Esto que presenta Nietzsche es lo que se ha considerado un ateísmo postulatorio, reclamado por el sentimiento de que Dios le quita al hombre el espacio de la existencia, la plenitud de la humanidad, el honor de la existencia… si yo he de ser, él no puede existir. Pero yo tengo que ser, por lo tanto, él no puede existir[23].

*Mucho se ha discutido sobre esta afirmación nietzscheana, en la que lucha contra el problema divino. Sin embargo, ha de resumirse todo su pensamiento en la advertencia de que no dice que no haya ningún dios, sino que nosotros lo hemos matado. No hace afirmación alguna sobre Dios sino una afirmación sobre el hombre, que acaba liberándose, auqneu condoler, de la fe en Dios, a fin de vivir libre de la superpotencia opresiva y amenazadora de Dios y poder así desarrollarse.

FRIEDERICH ENGELS

Aunado a las posturas de Marx, nos encontramos con F. Engels. Este autor, fiel amigo de Marx, con quien escribió incluso algunas obras, presenta una visión antropológica sobre la cual se puede sustentar la postura atea de Marx.

CONTINUARÁ...

FRIEDERICH ENGELS
Ludwig Feuerbach
Jean Paul Sartre
Simone de Beauvoir
Fr. Jeanson
Merleau-Ponty

[1] Cf. MORENO V., Diccionario de pensamiento contemporáneo, San Pablo, Madrid 1997, 102.
[2] Cf. FERRATER J., Diccionario de filosofía, tomo I, Ariel, Barcelona – España 1994, 259.
[3] Cf. MORENO V., Diccionario de pensamiento contemporáneo, San Pablo, Madrid 1997, 104-105.
[4] Cf. MORENO V., Diccionario de pensamiento contemporáneo, San Pablo, Madrid 1997, 106.
[5] NEIRA E., Ateísmo y creencia en Dios, en http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/14100/1/ateismo_contemporaneo.pdf, s/f.
[6] Cf. MORENO V., Diccionario de pensamiento contemporáneo, San Pablo, Madrid 1997, 368-375.
[7] Cf. QUINTANILLA M., Diccionario de filosofía contemporánea, Sígueme, Salamanca 19792, 112-114.
[8] Cf. FERRATER J., Diccionario de filosofía, tomo I, Ariel, Barcelona – España 1994, 903-913.
[9] Cf. FERRATER J., Diccionario de filosofía, tomo I, Ariel, Barcelona – España 1994, 1165.
[10] Cf. MORENO V., Diccionario de pensamiento contemporáneo, San Pablo, Madrid 1997, 492.
[11] Cf. MUÑOZ R., Historia de la filosofía occidental, tomo II, Edicep, Valencia – España 2005, 562-563.
[12] Cf. REALE G. – ANTISERI D., Historia del pensamiento filosófico y científico, Tomo III, Herder, Barcelona – España, 19922, 577.
[13] Cf. MUÑOZ R., Historia de la filosofía occidental, tomo II, Edicep, Valencia – España 2005, 373.
[14] Cf. MUÑOZ R., Historia de la filosofía occidental, tomo II, Edicep, Valencia – España 2005, 383.
[15] CORETH E. - EHLEN P. - SCHMIDT J., La filosofía del siglo XIX, Herder, Barcelona 1987, 201.
[16] Cf. URDANOZ T., Historia de la filosofía, tomo V, BAC, Madrid 1975, 88.
[17] URDANOZ T., Historia de la filosofía, tomo V, BAC, Madrid 1975, 88-89.
[18] NIETZSCHE F., Zaratustra, 353.
[19] Cf. CORETH E. - EHLEN P. - SCHMIDT J., La filosofía del siglo XIX, Herder, Barcelona 1987, 166.
[20] Cf. CORETH E. - EHLEN P. - SCHMIDT J., La filosofía del siglo XIX, Herder, Barcelona 1987, 167.
[21] Cf. CORETH E. - EHLEN P. - SCHMIDT J., La filosofía del siglo XIX, Herder, Barcelona 1987, 168.
[22] NIETZSCHE F., Zaratustra, 106.
[23] CORETH E. - EHLEN P. - SCHMIDT J., La filosofía del siglo XIX, Herder, Barcelona 1987, 168.

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