martes, 14 de julio de 2009

Tesis Nº 1

Tesis N # 1
VILLAREAL Luis


Tema: El hombre encuentra su valor y dignidad en su ser dotado de autotrascendencia, de interioridad, de espiritualidad, y en su apertura al otro y al totalmente otro

Como se puede observar, el título de este enunciado, está basado prácticamente en un plano antropológico, aunque de él, también surgen perspectivas y opiniones de otro tipo de conocimientos, entre ellos, lo ético, lo político, lo religioso, y otras tantas ramas de la filosofía que intentan explicar tan complejo y necesario tema de interés para la realización del hombre.
Así, pues, se ha llevado a cabo una serie de términos que harán más clara la identificación de dicho tema, con la finalidad de obtener bases solidad y precisas acerca de la relación que tienen las palabras claves de la tesis a realizar.

Términos: Los términos que se colocarán a continuación, fueron extraídos de varios puntos de opinión, con intención de dar una respuesta concreta a lo que se intenta explicar.

Hombre: El hombre es un ser que conoce, es un ser racional, es un animal social, es un ser (ético), es un animal que hace o fabrica cosas, es un ser que es capaz de (representar), de (hablar), etc. También se le llama hombre al género humano, independientemente del sexo, ya sea masculino o femenino.
En la antigüedad, los presocráticos tendían a concebir al hombre en función del cosmos, mientras los sofistas y Sócrates tendían a concebir al cosmos en función del hombre. Dicho esto, la filosofía griega suele entender al hombre como el ser racional, o, mejor dicho, como el animal que posee (razón) o (logos). Ello significa entender el hombre como una cosa cuya naturaleza consiste en poder decir lo que son las demás cosas. Esta cosa puede ser una (cosa material) o una (cosa espiritual).
Así, pues, el hombre no es, en el fondo, nada, pero es al mismo tiempo la realidad suprema en el mundo, lo que significa que el hombre es lo que se halla en principio más próximo a Dios y a los seres inmateriales creados por Dios antes que el hombre. Ahora bien, en el cristianismo, el hombre es visto como persona, y no como cosa, por elevada que ésta sea. La etapa moderna y contemporánea verán al hombre más como la fuente de todo conocimiento (el estudio de la humanidad es el hombre), esto suele llamarse antropocentrismo, por cuanto lo principal es (conocernos a nosotros mismos).
[1]

Valor: Los valores son agregados a las características físicas, tangibles del objeto; es decir, son atribuidos al objeto y por un individuo o un grupo social, modificando -a partir de esa atribución- su comportamiento y actitudes hacia el objeto en cuestión. Se puede decir que, la existencia de un valor es el resultado de la interpretación que hace el sujeto de la utilidad, deseo, importancia, interés, belleza del objeto. Es decir, la valía del objeto es en cierta medida, atribuida por el sujeto, en acuerdo a sus propios criterios e interpretación, producto de un aprendizaje, de una experiencia, la existencia de un ideal, e incluso, de la noción de un orden natural que trasciende al sujeto.
Para el
Idealismo: Las posturas idealistas tienen los siguientes representantes:
Idealismo
objetivo: Considera que el valor existe a pesar del observador (las ideas de Platón / el Dios de los neotomistas).
Idealismo
subjetivo: Considera que el valor es creado en la conciencia de los individuos y es por lo tanto subjetivo. (Berkeley).
Para el
Materialismo: El propósito de la naturaleza del valor está en la capacidad que tiene el ser humano de valorar el mundo objetivamente, es decir, valorarlo tal como es, buscando no alterar, ni deformar esta visión. El mundo debe ser valorado tal como es. De esta forma, la naturaleza del valor es objetiva, pero el valor es interpretado subjetivamente por nuestra conciencia.
Ahora bien, para la
Axiología, una disciplina de la Filosofía, el valor es una cualidad que permite ponderar el valor ético o estético de las cosas, por lo que es una cualidad especial que hace que las cosas sean estimadas en sentido positivo o negativo.

Dignidad: "Calidad de digno". Deriva del adjetivo latino dignus, se traduce por "valioso"; es el sentimiento que nos hace sentir valiosos, sin importar nuestra vida material o social. La dignidad es un atributo de los animales superiores (hombres), descansa en su racionalidad, al menos, en un grado de racionalidad superior al del resto de los animales, y su poder creador, pues las personas puede modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de su libertad. La dignidad equivale así a "independencia" y "autonomía", como vieron ya
Platón, Pico y Kant, pues, sólo el que sabe y puede gobernarse a sí mismo, según un principio racional, resulta "señor de sus acciones" y en consecuencia, al menos parcialmente, un sujeto libre; al regular su comportamiento según normas propias, según el significado etimológico de la voz griega 'autonomía', ya no es un mero súbdito, ya no está bajo el dictado de otro, sino que es un ciudadano. Entendemos que esa autonomía o dignidad es sólo un "potencial de emancipación" respecto a las necesidades e imposiciones naturales o sociales al y en la historia universal del género humano. La educación juega aquí un papel esencial, puesto que el auténtico ejercicio de la libertad, más allá de la arbitrariedad del comportamiento salvaje, exige la formación de la inteligencia y de la voluntad, facultades específicas del espíritu humano.
La universalización o globalización, de la dignidad es un presupuesto para la consecución de una verdadera emancipación y pacificación moral de la humanidad: el ser humano, varón o mujer, niño o anciano, enfermo o sano, religioso o ateo, malvado o benevolente, blanco o negro... es "siempre digno", porque puede decidir qué ser, porque no es sólo lo que es, sino también sus aspiraciones y proyectos personales. Así, pues, la dignidad se basa en el reconocimiento de la persona de ser merecedora de respeto, es decir, que todos merecemos respeto sin importar cómo seamos.
Al reconocer y tolerar las diferencias de cada persona, para que ésta se sienta digna y libre, se afirma la virtud y la propia dignidad del individuo, fundamentado en el respeto a cualquier otro ser. La dignidad es el resultado del buen equilibrio emocional. A su vez, una persona digna puede sentirse orgullosa de las consecuencias de sus actos y de quienes se han visto afectados por ellos, o culpable, si ha causado daños inmerecidos a otros. La misma dignidad que nos pone por encima de la naturaleza, podemos transformarla también en nosotros mismos, contenerla, regularla, nos hace responsables. Un exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear la sensación al individuo de tener derechos exclusivos (privilegios). La dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación de plenitud y satisfacción.
[2]

Autotrascendencia: "La autotrascendencia se refiere al hecho de que cuanto más se olvida un ser humano de sí mismo y se entrega, tanto mas humano es. En virtud de su capacidad de autotrascedencia puede olvidarse de sí mismo, entregarse y abrirse al sentido de su existencia". "Ser hombre significa trascenderse a sí mismo. La esencia de la existencia humana yace en su autotrascendencia. Ser hombre significa desde siempre estar preparado y ordenado hacia algo o alguien, entregarse a una obra a la que el hombre se dedica, a un ser que ama o a Dios a quien sirve". La autotrascendencia de la existencia humana. Quiero describir con esa expresión el hecho de que en todo momento el ser humano apunta por encima de sí mismo, hacia algo o hacia un sentido que hay que cumplir o hacia otro ser humano a cuyo encuentro vamos con amor".[3]El poder de auto-trascendencia viene desde dentro de la criatura, pero es un poder que en último término no viene de la criatura, sino de la dinámica actividad creativa de Dios. Dios sostiene y potencia el proceso evolutivo desde dentro; es el poder que capacita a la propia creación para producir algo nuevo. Esto quiere decir que, cuando una novedad emerge en la evolución, a cierto nivel será el efecto de causas finitas, tales como la mutación genética y la selección natural; pero a otro nivel, el cambio evolutivo es el efecto de la actividad creativa de Dios, obrando mediante el poder de auto-trascendencia desde dentro de las criaturas. Dios, pues, no "interviene" como una causa entre otras, sino que está siempre presente como Ser absoluto dinámico, que capacita a las criaturas, no sólo para existir, sino también para trascenderse a sí mismas y devenir algo nuevo.[4]

Interioridad: Privacidad íntima.
[5] Jesús nos exhorta: “Cuando vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido” (Mateo, 6,6). Este cuarto no es sólo un lugar material, sino un estado de ánimo, un lugar interior, “lo íntimo del corazón”. La interioridad cristiana se alimenta de momentos de oración, de silencio, de quietud, pero aspira a ese invocar, no en un vacío, sino en presencia de Dios constante también.[6]

Espiritualidad: La gran incógnita que representa para el ser humano el entender el origen del
pensamiento en el hombre y del alma en los seres vivos dio origen a la conceptualización de un espíritu superior que lo creo - al hombre con espíritu - una suerte de hommo dei. La dimensión espiritual trasciende, por su naturaleza, la comprensión intelectual. Por tanto, la espiritualidad es el conjunto de pensamientos, conceptos, ideas, ritos y actitudes a través de las cuales el ser humano materializa el concepto de espíritu y que le ayuda a establecer contacto con un espíritu superior.[7]
Si espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo, sino muerte y ausencia de relación. Pertenece también al espíritu el deseo de encapsularse y rechazar la comunicación con el otro. Pero nunca lo consigue totalmente porque vivir es forzosamente con-vivir. Aun negándose, no puede dejar de estar conectado y de conectarse.
La singularidad del espíritu humano es ser reflexivo y autoconsciente. Por el espíritu nos sentimos insertados en el Todo a partir de una parte que es el cuerpo animado y, por eso, portador de la mente. En el nivel reflejo, espíritu significa subjetividad que se abre al otro, se comunica y así se autotrasciende, gestando una comunión abierta, hasta con la suprema Alteridad. Definiendo: vida consciente, abierta al Todo, libre, creativa, marcada por el amor y el cuidado, eso es concretamente el espíritu humano.
[8]

El otro: Este término puede ser abordado desde tres perspectivas distintas:
1ª)- Desde el punto de vista de la relación con lo mismo como opuesto a lo otro.
2ª)- Desde la perspectiva de lo otro, lo que nos conduce a la problemática general del -no yo- abordada especialmente por Fichte.
3ª)- Desde la perspectiva de la alteridad, del otro, que es la que tratamos aquí. Desde este último punto de vista, la noción de el otro, se refiere a la existencia de un sujeto distinto de mi yo o -como dice Sartre- a la existencia de "un yo que no soy yo". Y esta constatación del otro plantea dos tipos de problemas: el del conocimiento del otro yo, entendido no como objeto, sino como otro sujeto, y el de la comunicación intersubjetiva, entre yo y el otro, tema complejo que ha conducido a algunos filósofos y psiquiatras a considerar las enfermedades mentales como enfermedades de la comunicación con el otro, lo que, en la medida en que involucra las relaciones sociales, muestra el carácter socialmente condicionante de las alteraciones psíquicas. Para Hegel, la existencia del otro aparece como una certeza originaria previa a todo razonamiento. El hecho primero no es la soledad del cogito, sino el conflicto de las autoconciencias, puesto que la relación de la conciencia de sí con otra autoconciencia es constitutiva de mi propia autoconciencia. Sólo en la relación con el otro se forma mi conciencia de sí. La autoconciencia no es la mera igualdad vacía del yo = yo, sino que supone el retorno al yo a partir del otro. Esta relación dialéctica se manifiesta en el deseo y en el enfrentamiento. El yo para devenir realmente autoconciencia necesita del reconocimiento del otro y enfrentarse a él.
Posturas en contra de la tesis:

Carlos Marx:
[9] El hombre buscaba en la realidad fantástica del cielo a un superhombre, al que llamó Dios. Pero lo único que encontró en ese superhombre, en ese Dios, fue el reflejo de sí mismo.
Antropología marxista (concepción del hombre).
Basada en cuatro puntos: cada uno es una crítica a otros filósofos:
· A Hegel (creador del sistema idealista). Habla del hombre con mayúsculas, de la idea, en abstracto. Marx afirma que el hombre es una cosa concreta, sensible, lejos de ser algo abstracto. En esto, Marx coincide con Feuerbach.
· A Feuerbach. Sólo le interesa lo mental del hombre, imaginación, pensamiento, ideas… Marx dice que Feuerbach se queda sólo con la parte teórica, pero el hombre tiene necesidades materiales, trabajo material.
· A Feuerbach. Aunque tienen en común que el hombre es un ser social y que tienen que compartir unos con otros, Feuerbach considera que su convivencia siempre tiene el mismo tipo de relación. Marx dice que no hay que olvidar el hecho histórico. Las sociedades humanas van evolucionando y esto genera que se den relaciones distintas entre los grupos. Feuerbach no ha visto la evolución histórica.
· Economía: el hombre es la pieza fundamental del engranaje productivo (mano de obra, obrero). Marx cree que el hombre no puede ser considerado como un animal de trabajo (como hasta entonces estaba considerado), que sea un ser alineado.
Para Marx el papel de la filosofía es claro y tajante: debe convertirse en práctica, ponerse al servicio del hombre concreto para liberarlo de las alienaciones a las que se ve sometido. La filosofía debe centrarse en el estudio del mundo real, realidad empírica y material, para sentar las bases de la transformación activa de esa realidad. Por eso integra la praxis como elemento principal de la filosofía. El problema que preocupa a Marx es siempre el mismo: la defensa y liberación del hombre concreto, sometido a humillaciones, esclavitudes y desprecios. Lo que cambian son las estrategias para lograr el objetivo. Sólo el hombre oprimido, constituido en clase, la clase obrera, y por un método rigurosamente científico de análisis de la situación histórica, puede ser el artícife de su propia liberación.
[10]
Mounier:[11] Si, eventualmente y de forma anti-ética, llegara a ser factible la clonación humana, incluso entonces aquel ser clonado sería una persona humana con toda su dignidad, porque es un organismo vivo, material y espiritual. Es un cuerpo dotado de espíritu (“espiritualidad encarnada”, “cuerpo espiritual” o “cuerpo autotrascendente”, podemos decir también).
Es un cuerpo que se puede medir y pesar, que está en un lugar y un tiempo determinados. Como organismo vivo, nace, crece y se desarrolla: de embrión pasa a feto, luego a niño y a adulto, sin saltos, de manera gradual, constante y continuada, conservando la misma identidad toda su vida. Es la misma persona desde que era un cigoto. Sujeto a todas las leyes de la materia orgánica, puede enfermar y morir.
Como persona humana que es, percibe con sus sentidos, puede desplazarse; hace intuiciones a partir de la percepción de lo que le rodea; hace razonamientos y juicios de esas percepciones e intuiciones; distingue de entre los seres vivos que le rodean otros idénticos a él (ella), con quienes entra en relación de manera diferente a las cosas o animales; esta relación puede involucrar de manera estable; es capaz de decisiones y elecciones libres.
La persona humana es un sujeto individual racional. Como sujeto individual, la persona es alguien que existe en sí y por sí, con valor propio. Es un individuo que posee una unidad interna en sí mismo y es diferente de los otros. Cada persona es única, original e irrepetible. Como sujeto racional, tiene inteligencia, sentimientos, moralidad, religiosidad; llega a la verdad, al bien, al amor.
La individualidad y racionalidad no son algo que se hace, sino un modo de ser. No se es menos o más persona según las facultades en ejercicio. El atleta o el científico no son más personas que el minusválido. Es persona quien tiene todas las características, aunque esté durmiendo, también el discapacitado o el embrión. No se puede definir a la persona por la capacidad de manifestar y ejercer determinadas propiedades, como la conciencia de sí, la relación, porque entonces algunos psicóticos o los autistas no serían personas. El ser persona no está sometido a porcentaje, a criterios cuantitativos, a grado de excelencia. Se es persona o no se es. La persona humana es unidad de cuerpo y alma. La personalidad es la progresiva manifestación de las características de la persona, que se van desarrollando gracias a factores biológicos, sociales, psicológicos y morales. La personalidad no es el éxito o prestigio social, intelectual, profesional, político, sino el desarrollo de la singularidad y de la autotrascedencia, de la libertad y de la elección.

Romano Guardini
[12]: Habla de tres planos: el plano de la forma, en que el hombre existente y se distingue, en aquello que le es propio, de la totalidad del resto, pero también de los fenómenos singulares en los que se manifiesta; el plano de la individualidad, que es la unidad de la estructura y de funciones con su centro vital; y el plano de la personalidad, que indica la modalidad de la unidad viviente en cuanto determinada por la espiritualidad. Este último plano permite hablar de una intimidad de la conciencia y de una interioridad de la voluntad, en que se logra el conocimiento y la acción del hombre. La persona es estructura que informa todos los planos del ser; en otras palabras, persona significa que en todos estos planos el hombre está en si mismo, es uno consigo mismo, subsiste en el modo de autopertenencia y autofinalidad.
La persona humana es lo más perfecto de la creación, con valor y dignidad absolutos, que tiene fin en sí misma; con interioridad, o sea, con capacidad de entrar en sí misma, de ser consciente de sí misma, de ser sujeto; con lo cual goza de inviolabilidad y derechos-deberes fundamentales. El valor y la dignidad de la persona, su no disponibilidad a ser medio o instrumento para otro, se basa en la apertura por la que el hombre es materia y espíritu, en unidad inseparable.
La persona humana como fin y no como medio es valor que el personalismo reconoce.
Desde luego que la persona no es un ser aislado de los demás, sino un ser en relación. Es importante que la relación sea personal, en que se conjugue un tú y un nosotros. El diálogo es la apertura al otro, a los otros, en que el mensaje emitido requiere respuesta, que haya interacción.
Por otra parte, la elección entre el ser y el tener no sólo indica el camino y la dirección para el ejercicio de la personalidad, para el perfeccionamiento, sino que requiere un juicio de valoración del eficientismo en que se cae con frecuencia. La eficiencia se ubica en el cuadro del tener y hacer, aquello que es mensurable. La estructura de la persona requiere, en cambio, el respeto y la promoción de todas sus facultades para llegar de forma creativa a la verdad, al bien, al amor; en suma, a la plenitud del ser.
[13]
Posturas a favor de la tesis:

Pbro. Hernán H. Quijano Guesalaga
[14]:
Fenomenología de la persona
[15].

Por la fenomenología accedemos a la ontología de la persona humana.
Fenomenológicamente, la persona humana se nos presenta con los siguientes caracteres:
Unidad
Intencionalidad y trascendencia objetiva
Inmanencia y soledad
Libertad

1. Unidad.
La persona se nos revela como una unidad, un yo siempre el mismo y permanente por debajo de los actos u operaciones. Su unidad es ontológica, incambiable y distinta de los actos, que proceden de ella como de su causa, que residen en ella como su sujeto, al que modifican.

2. Intencionalidad y trascendencia objetiva.
La persona es un existente abierto a la trascendencia, al ser distinto del propio, a diferencia de la cosa material, cerrada sobre sí misma. Por el conocimiento y por la voluntad libre, la operación de la persona es intencional, como sujeto en tensión a un ser objeto que no es ella y que está más allá de ella.
La persona es una especie de antena espiritual de la realidad en la cual el ser del mundo material, mudo hasta entonces, encuentra resonancia y expresión, comienza a existir de nuevo en la intencionalidad cognoscitiva; y su ser, en tinieblas hasta entonces, es atravesado por el rayo de luz del acto espiritual que lo ilumina y lo capta como objeto.
A través del lenguaje, la persona alcanza la interioridad trascendente de otras personas con las que se comunica.
La trascendencia objetiva implica la trascendencia real del ser. La trascendencia objetiva supone también la definitiva trascendencia del Ser de Dios, hacia la que es conducida la persona. De este modo, Dios aparece como Alguien a quien la persona humana está abierta y esencialmente ordenada. La persona finita encuentra su término en la Persona Infinita.

3. Inmanencia y soledad.
La persona es posesión lúcida consciente de su propio ser, de su interioridad o inmanencia, inmediatamente incomunicable en su última realidad. Sólo la persona, cada persona, conoce su propio ser y actividad formalmente como tal. No sólo es y existe sino que se sabe a sí misma existiendo y siendo.
Esta interioridad está velada a las miradas y a la acción de los demás, inviolable e impenetrable a no ser por Dios. La persona está siempre a solas consigo misma, aunque rodeada y comunicada con las demás personas. El acceso al propio cuerpo permanece abierto; el acceso a la interioridad está amparado con los muros de la propia inmanencia, como una muralla de defensa con que Dios circunda a la persona para que su soledad se trueque en presencia de Dios.
Los caracteres antagónicos de trascendencia e inmanencia, soledad y presencia, son signo de la transitoriedad de la vida temporal. En su término definitivo, el antagonismo se resuelve en presencia y “posesión” de las Personas Divinas, Bien supremo de la persona humana.

4. Libertad.
La persona está en posesión de su actividad, ser y destino; posee el dominio activo de su propio acto, es libre.

Ontología de la persona
[16]
La persona implica la unidad substancial del cuerpo y del alma espiritual, raíz ontológica de donde brota la actividad espiritual y la actividad sensible; ésta permanece inmutable. El alma es el principio especificante o formal, da unidad substancial permanente al compuesto humano, pese al cambio sucesivo del cuerpo, elemento material, principio pasivo y potencial.
La substancia, que no necesita de otra con quien o en quien existir, es toda en sí misma subsistente o incomunicada en su propio ser con otro ser.
[17]
La espiritualidad es la diferencia específica de la persona. Persona es, pues, la substancia espiritual o racional. Es una individualidad ontológicamente cerrada en sí misma pero operativamente abierta o comunicable
[18].
Persona es el sujeto de atribución de todo lo que esa realidad substancial espiritual es, tiene, hace y recibe
[19].
La persona
[20] es el hombre espiritual, que trasciende al universo por su libertad, abierto a todo ente y capaz de entrar en comunión con las demás personas. Lo cual implica lo siguiente: La persona humana engloba el cuerpo tanto como el alma.
La persona humana, por estar dotada de inteligencia y de libertad, es un sujeto en el sentido moral de la palabra, sujeto de deberes y de derechos fundados en el fin último al que está ordenada.
El hombre es ontológicamente persona, no se hace. Pero, en cuanto perfectible la persona humana se perfecciona dinámica u operativamente en la relación con los otros, con el Otro (Dios) y con lo otro (las cosas).
La persona es, ante todo, autonomía en el ser, señorío de sí mismo, inviolabilidad, individualidad, incomunicabilidad, unidad.
[21]
El hombre es persona porque está dotado de un modo de ser que supera netamente el modo de ser de las plantas y de los animales. Lo que es absolutamente peculiar de la persona es su apertura intencional por el conocer y por el querer, por la cual, la persona es capaz de comunicarse con las cosas, con los otros hombres y con Dios.
La persona como un individuo dotado de autonomía en el ser, de autoconsciencia, de comunicación y de autotrascendencia.
La autotrascendencia es signo de la espiritualidad. Aquí está la razón profunda por la cual el hombre es persona y las cosas inferiores no lo son.

V. Frankl
[22]: “Según su visión, el análisis del sufrimiento no ha de enfocarse desde el punto de vista “qué es”, sino “cómo es”, método en que está implícito el dedicarse al fenómeno humano del sufrimiento antes que a las emociones y sentimientos que son derivados del fenómeno originario que es el sufrimiento.
Nada hace más egoísta al hombre y más cerrado en sí mismo, que el hecho de sufrir, pues, para el hombre que sufre es sólo él y su dolor, no existe el sufrimiento de la humanidad; en ese momento es solamente su dolor.
En las situaciones límites, en los casos de intenso sufrimiento, en las conmociones existenciales, toma lugar un verdadero aislamiento existencial; desaparece el mundo circundante que rodea al ser sufriente, no desaparece sólo su significado, sino el mundo mismo y es capaz de hacerle experimentar la nada, en su plenitud y puede observarse como desaparece el “hacia” de la autotranscendencia humana; es como una puesta entre paréntesis del mundo que lo rodea.
En este reduccionismo en que el ser sufriente ha quedado atrapado en su dimensión psicológica, la dificultad existencial no reside en desde dónde trascender, pues es hecha desde el propio hombre, sino que reside en hacia dónde hacerlo.
Allí es cuando adquiere relevancia la “ayuda mutua” pues ésta consiste, precisamente, en salirse de uno mismo hacia otro ser humano, hacia un hermano que sufre.
Es necesario entender al sufrimiento como un fenómeno patrimonio de la humanidad entera, tal como lo es la muerte y la angustia y no como un fenómeno sólo del hombre que lo está viviendo.
Es importante el análisis del sufrimiento como algo esencial de la humanidad y como una plataforma desde la cual estudiar la posibilidad de asumir una actitud que desconectándose de sus propias vivencias, reconozca la capacidad para oponerse a cualquier condicionamiento, ya sea físico o psíquico, lo que representa un salto hacia la dimensión espiritual del hombre.
Salto que puede considerarse como una situación de despego con una intencionalidad concreta: el preocuparse por otro ser sufriente que hace posible el distanciamiento del propio yo sufriente.
Según Frankl: el hombre arrojado a esta nada existencial, se enfrenta a dos posibilidades extremas: o permanece en profundos estados llamados de hiperreflexión o se re-encuentra con la autotranscendencia propia de su ser que designa como reflexión.
Hasta aquí, se dio a la explicación del tema una ayuda con herramientas necesarias y precisas, que dan como aporte un mayor entendimiento del tema a especificar, buscando de varias posturas la autentificación de argumentos validos, con motivo de dar hincapié a la investigación que se presenta. Ahora, ubicaré la investigación en un plano de argumentos más concretos desde mi propia opinión, tomando como apoyo parte del pensamiento de los filósofos ya citados, como el de otros más, buscando obtener un mayor beneficio a la hora de concluir la respuestas a lo que aquí se nos pide.

Desarrollo de la tesis

Como hemos de observar, el problema fundamental que se intenta explicar comienza por la existencia del hombre, o, mejor dicho, por su actividad concreta en el mundo, en su relación, en su apertura, o, en su individualidad, la cual lo constituye como ser sumamente importante en el estudio de la realidad humana.
Si nos remitimos a lo que llegaron a estudiar los griegos vemos en un principio que el hombre es su causa de importancia, tanto así que, ubicaron al hombre en función del cosmos (los presocráticos), pero como no fue tan evidente su respuesta, cambiaron de parecer, dando prioridad al hombre y ubicando al cosmos en función de él (Sócrates y los sofistas).
Desde esta perspectiva se va dando que el estudio del hombre se forma en su función en el mundo, en sus procesos, en cada etapa con mayor intensidad de concentralización. Buscando en cada problemática dar un aporte conciso a su ser, a su vivir en el mundo, en medio de su individualidad y en su apertura al otro como base única de su realización como hombre.
Así, pues, se descubre que el hombre es un ser racional, lo que lo diferencia de cualquier otro animal, no pensante. También su base ético-social lo hace representar su género humano, lo que le permite hacer o fabricar cosas para su realización. Esto indica que se puede hablar del hombre como el centro de todo estudio, ya que a partir de él es donde se origina todo conocimiento, o necesidad de dar sentido al mundo y lo que hay en él.
La realización del hombre comienza desde su toma de valor como ser pensante, desde su conocimiento de sí, desde su base ética, desde la interpretación de su entorno, desde el conocimiento de un Ser superior a sí mismo, ese ser que le permite identificar su misma finitud y su búsqueda de perfección a través de todo conocimiento, de trascendencia en la interioridad y espiritualidad que lo constituye como importancia de una realidad cercana a Dios.
Para aclarar lo que hasta ahora se ha dicho, busco identificar al hombre como una de las bases fundamentales de todo conocimiento, no buscando caer en un antropocentrismo moderno, sino queriendo llevar todo el pensamiento filosófico a una magnitud explicativa de lo que implica el hombre para el estudio de la realidad, esa realidad que es la búsqueda de todo pensar, la causa y valor de toda interrogante que surge de la necesidad de una verdad para encontrar sentido a los fenómenos que se nos presentan como imposibles de conocer.
El valor que trata de buscar el hombre se va más por un plano ético ya que su interés más elemental está constituido en la búsqueda de la verdad, o, mejor dicho, en la búsqueda de una felicidad que le permita tener contacto con su propio ser, o sea, con su interioridad, con el conocimiento de sí mismo, con el conocimiento de su libertad, buscado así, someterse a ciertas reglas (como diría Kant: “Imperativos categóricos”) establecidas por él mismo para un acuerdo en medio de una sociedad, ya que el hombre no es un ser solo, es un ser con los demás, un ser que está básicamente acompañado por una realidad, tanto material, como espiritual, de la cual no puede escapar por su capacidad finita, a la cual nos hemos referido anteriormente.
Ahora bien, esa capacidad finita de la cual es interesante abordar parte de esta reflexión ontológica, se ve identificada por la dignidad de la persona como hombre, como ser pensante y diferente en su estado de razonar, lo que nos indica lo valioso de cada cual, lo valioso de su existencia.
De esta manera, partiendo del conocimiento del hombre como fuente primordial de todo conocimiento, es necesario enfocar las posturas que se dieron en contra de esta tesis, para así, ir desglosando las diferencias que pueden surgir a la hora de identificar los argumentos en contra y a favor.
Como podemos observar en la primera argumentación en contra de la tesis, esbozan criterios donde el hombre se ve como un ser superior a todo, donde no le es necesario su relación con los demás para trascender de sí mismo hacia fuera, hacia la realidad que lo envuelve. Marx concibe esa realidad como el superhombre, aquel que tiene la potestad de igualarse a un Dios. El cual no le da existencia, sino lo ve como una idea del hombre para señalar la perfección a la cual el hombre puede alcanzar.
Marx dice que la relación del hombre está limitada al hecho social histórico, a la evolución que se va dando a través de la historia, unos mueren, otros nacen, y así, sucesivamente, sin llegar a un acuerdo mutuo, sólo importando que el hombre sea una realidad más práctica que teórica, esa realidad que necesita trabajar para poder sostener sus carencias materiales. Para
Marx el hombre es ante todo el conjunto de sus relaciones sociales, la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de sus relaciones sociales. Relaciones que no son puramente espirituales, entre conciencias, sino la unidad de lo espiritual y lo material, relaciones establecidas a través de la interacción del hombre con la naturaleza en el proceso de producción y reproducción de su vida material y espiritual.
Por medio del trabajo el hombre transforma la
naturaleza y crea objetos. El producto es obra humana, proyección u objetivación del hombre. Por medio del trabajo el hombre pone la naturaleza a su servicio, la humaniza, pero, al mismo tiempo el hombre se eleva sobre ella, se remonta sobre su ser natural; en una palabra, se humaniza a sí mismo. Si el trabajo es de este modo, la autoexpresión del hombre y el proceso de su autodesarrollo, debería ser pues, fuente de satisfacción para éste, pero pierde esta posibilidad en el proceso de su enajenación, en la conversión del trabajador en mercancía, efecto de la división social del trabajo, que en las condiciones de la propiedad privada, lo reduce a una fracción de hombre.
Así, pues, para Marx, el hombre se autodesarrolla por medio de su propio esfuerzo, tomando al otro como apoyo de sus propios intereses, no olvidando su necesidad individual, aquella que le trasmite razón de ser y existir.
A mi parecer, el hombre es mucho más que ésta pequeña semejanza que da Marx, el hombre es una estructura de cuerpo y alma, una estructura que trasciende mucho más allá de sus necesidades materiales, de aquellas necesidades superfluas, el hombre es ante todo y por todo, un ser digno de sí por la relación que lo envuelve en su propia realidad, esa relación que se sustenta en los demás y, mucho más, en la relación con un ser trascendental, al cual yo llamaría Dios.
Por su misma vía estarían filósofos como Descartes y el mismo Sartre
[23], tomando la individualidad como la base estructural del hombre, encajonándolo en una simple realidad miserable e indispuesta de trascendencia e interioridad y espiritualidad con los demás. El hombre para comenzar su desarrollo no se encuentra solo, ni tampoco nace aislado de los demás, se hace solo por su misma libertad, lo cual indica que se hace esclavo de su mismo egocentrismo, ese que le niega la posibilidad de experimentar el amor y la pasión, viéndola como alegría y dolor. Aquel que no sienta, no ame, no tenga relación con los demás, en vano se hace llamar hombre, ya que el hombre por su capacidad de razonar encaja en una misma línea con otros que tienen la misma cualidad de razón y experimentar las mismas sensaciones, ya sean espirituales o materiales. Por tanto, no se niega el encuentro del hombre consigo mismo, y, mucho menos, su conocimiento de sí, lo que se niega, o lo que se debe tener como no valido, es que el hombre se encierre en sí mismo y deje de llevar una relación mutua con los demás, dejando a un lado las diferencias, ya sean en su forma de pensar o de vivir.
El hombre se encuentra en sí mismo, en la comunicación con el otro, en la forma que reconoce que hay otro que es igual que yo, y que tiene el mismo fin que yo, ese hombre no es otro que un tú que se representa al conocer un yo, como lo diría básicamente el mismo Martín Buber
[24].
Ante esto también critico la postura de Emmanuel Mounier, quien aunque trata al hombre como un ser valioso, lo lleva a un tipo de objeto, aquel que está en sí y sólo por sí mismo para su misma realización, a esto hay que aplicarle parte de lo que el mismo Guardini expuso en su argumentación en cuanto al hombre, ya que hablan de un personalismo, pero ese mismo personalismo se vuelve un individualismo, donde sólo importo yo y lo que pueda pasar a partir de mi acción o vivencia.
Si llevamos esto a lo que ya había dicho anteriormente, sería necio decir que, el hombre es en sí y por sí el artífice de su propia existencia, como lo llegase a pensar Descartes en algún momento, pero a esto tenemos que sumarle la existencia de una necesidad básica en el hombre de conocer y vivir, y quién proporciona la satisfacciones que el hombre necesita, pues, su misma especie humana, al igual que un ser trascendente envuelto en sí para encontrar la comunicación en el otro.
Ahora bien, para seguir la secuencia de autores, enfocaré la atención en el Pbro. Hernán H. éste pensador que logra encajar de una manera sencilla y optima la visión que se necesita aquí para descifrar el problema de la tesis, argumenta que el hombre es un ser de unidad, un ser ontológico, y distinto de los actos que proceden de él, como de su causa, un ser trascendente al ser distinto del propio, muy diferente a las cosas materiales cerradas sobre sí mismas, ya que posee conocimiento de sí, lo que le permite una voluntad y libertad. Esto indica que el ser humano es un ser comunicativo que, a través del lenguaje encuentra una respuesta de sí en el intercambio con el otro, en una constante intimidad de trascendencia que lo comunica con Dios. El otro es apoyo mutuo que hace encontrar para sí mismo una dignidad en el intercambio de pensamientos, sentimientos, lo que conlleva al encuentro de la libertad en posesión de su acto propio.
El hombre es ontológicamente persona, no se hace. Pero, en cuanto perfectible la persona humana se perfecciona dinámica u operativamente en la relación con los otros, con el Otro (Dios) y con lo otro (las cosas).
Este punto de vista se encuentra igualado, en cierta parte, a lo ya dicho por E. Coreth, quien afirma que “el punto de partida de toda antropología filosófica está constituido por la propia autocomprensión del hombre”
[25], esto nos lleva a la deducción, provisional, de que el hombre conociéndose a sí mismo, puede trascender al otro, aportando interioridad y espiritualidad en medio de una apertura para encontrar valor de la persona humana.
“El hombre se halla abierto al mundo (liberado). Ahora, en una antropología trascendental, esta apertura al mundo se convierte en apertura al ser, y de este modo (reductivamente) queda explicada la libertad como constituyente definitiva del hombre. Precisamente porque el hombre se halla referido al ser, por la apertura fenomenológica al mundo en su realidad relativa se funda y funde en la apertura al ser en su sentido absoluto, es capaz el hombre de tomar distancia crítica (mediación) tanto de sí mismo como de su mundo, de su propia autocomprensión inmediata en el mundo, quedando así en libertad para la captación del sentido, la verdad y el valor incondicionados e incondicionados”
[26].
En palabras de Levinas, sin embargo, aún es necesario otro paso para que la autotrascendencia se lleve a cabo, que es la presencia de un “hacia donde” trascender.
Dicha presencia es la de un (Otro) con su reclamo inescapable y mediante la cual ese espectador desinteresado es capaz de salirse de sí mismo sin aniquilarse, sin perder su ser pero des-hechizado de él.
Nietzsche dice que quien alcanza su ideal precisamente por ello va más allá de él mismo, en otras palabras se transciende a sí mismo.
La ayuda mutua es el ámbito adecuado para que el hombre doliente despliegue la autotrascendencia, propia del ser humano, entendida como la salida de la hiperreflexión.
En la ayuda mutua ese ideal que menciona Nietzsche, es el Otro que sufre y necesita de nosotros y en ese requerir está implícito no sólo un trascender orientado “hacia” el otro ser sufriente, sino un “regresar” a su propio ser para asumir una actitud trascendente no sólo “desde” sino “hacia” él mismo.
Una actitud que lo haga elevarse por sobre sus propias emociones y sentimientos, puesto que lo requerido es que se cambie a sí mismo, que se levante por sobre su dolor para ayudar al otro ser que sufre, para lo cual es necesario que deje atrás su propio dolor y asuma una actitud que trasunte amor y paz interior.
En los grupos de ayuda mutua aparece, con la dimensión de fenómeno y con un brillo propio tan intenso que no puede ser ignorado, la presencia de otro ser sufriente, de otro rostro que requiere; que más que requerir, demanda atención y con él aparece nuevamente el “hacia” de nuestra intencionalidad, un “hacia donde”, “hacia quién”, que facilita la dereflexión frankliana, como instrumento de la autotranscendencia a reconquistar.
De esta manera, para Frankl el espíritu como tal, debe ser necesariamente libre para ser facultativamente -intencional o, dicho en otras palabras, la -intencionalidad es la demostración de la absoluta libertad del espíritu.
La autotrascendencia consiste en desconectar a la persona de sus propias vivencias para observarlas como vivencias universales, esta capacidad de todo ser humano de desconectarse, desapegarse de emociones propias es una de las formas de manifestación del espíritu.
Cuando una persona que sufre una crisis existencial llega a un grupo de ayuda mutua, lo hace con todo su sufrimiento encima, no con el de la humanidad. El hecho inicial, intuido, de encontrarse con 40 o 50 personas que están experimentando la misma crisis existencial, tiende automáticamente a elevarla por sobre sus emociones y sentimientos y hacerle ver a ese sufrimiento como un fenómeno perteneciente a la humanidad, como algo inherente a la esencia del hombre. “Dolor compartido es dolor diluido”.
Sin duda alguna, los filósofos que se colocaron a favor de este tema han dado un importantísimo aporte a su desarrollo investigativo, ya que cuentan con las herramientas necesarias para fundamentar que el hombre es parte de una realidad intersujetiva, donde el hombre aparece siendo un ser con los demás. Partiendo de su base estructural humana e individual, pero graduada al encuentro con su otro yo, que recide en el encuentro con un tú que me dice que existe un yo, a persar de la individualidad que le corresponde a cada hombre, la idea, o, el objetivo de cada uno es trascenderse a sí mismo e instalarse en la ayuda con los demás para su plena realización y obtención de un mayor conocimiento de sí. Así, pues, el encuentro con el otro constituye un dinamismo concreto que abre al hombre a la trascendencia y a la esperanza religiosa.
Cabe recordar que el hombre no está solo, es un ser con los demás. En la comunicación con los demás es donde me hago capaz de escoger y rehusar al otro. Esta dimensión del hombre queda subrayada más en concreto por la palabra parlante. A través de la palabra de amor y del lenguaje de amor de otras personas para con él, el hombre toma conciencia de sí y de su propia dignidad humana.
Escuchando y acogiendo la llamada del otro, el hombre se libera a sí mismo, desata las fuerzas creadoras que lleva dentro de sí y las coloca al servicio del reconocimiento de los demás.
Por esto digo que el hombre se hace hombre gracias al otro, hablando, amando, promoviendo al otro. El hombre no es solamente comunidad, sino también sociedad. Por esto, el hombre moderno es interpelado como individuo solitario, porque está encerrado en sí mismo, y aislado de los demás. No es que niegue la coexistencia con los demás, sino que no la valora. De ahí es donde comienza su egología racionalista e idealista que absolutiza la importancia de la conciencia que piensa al mundo y minimiza la densidad del mundo material y al valor del cuerpo: la línea empirista que absolutiza la importancia del mundo material y del cuerpo, minimizando a la vez la densidad y la consistencia de la conciencia. De esta manera se pierde el yo de la persona.
Si nos vamos al idealismo, Descartes no dirá: “La certeza fundamental del hombre es la conciencia egológica que piensa al mundo”. La verdad fundamental del hombre está en el mismo hombre. Lo mismo que diría Kant con otras palabras al ver la conciencia científica, orientada hacia el mundo, admitiendo que el yo de la conciencia científica es un yo vacío y sin densidad real.
Ahora, si vamos al empirismo, Hume considera que el yo es en el fondo el resultado de múltiples impresiones e ideas. Lo cual indica que la etapa moderna desvincula la relación del hombre con la trascendencia en espacio y tiempo, lo materializa de muchas formas y le da un aspecto sumamente egocéntrico y sujeto a sí, más no a los demás.
Luego de haber comparado varios puntos de opinión y haber llevado de una etapa del pensamiento a otra, concluyo esta investigación recordando la fuente primordial del tema en el cual se encuentra la dignidad de la persona como ser íntimo, trascendente, en la relación con el otro y totalmente al otro.
Es por ello que, todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derecho. La dignidad existe en la persona, es conciencia y acción.

Conclusión
A modo de conclusión, es bueno analizar este problema desde muchas perspectivas, ya que no se queda en un mero encuentro psicológico, político, ético o antropológico, éste tema abarca mucho más allá de cualquier punto de vista de la filosofía, fue enfocado prácticamente en un plano antropológico porque la antropología es la rama de la filosofía que tiene más relación en cuanto a sus estudios sobre el hombre, es el hombre su estructura básica de estudio y su máximo componente.
A mi parecer, la relación del hombre consiste el plano más humano en su realidad, es el hombre quien consigue progreso histórico, tanto filosófico como científico en el encuentro de sí mismo, en su revisión y aceptación de los demás, en su apertura al otro y totalmente al otro, ya que si nos enfocamos en la intimidad de un monje, pues, vemos que se aísla de todo espacio social, pero, ese aislamiento tiene como búsqueda la trascendencia completa y la búsqueda de una realidad más espiritual, lo que indica que el hombre siempre está en una constante búsqueda de su verdad, esa verdad que se constituye en el Ser superior a sí mismo (Dios). Por lo tanto, la relación indica prosperidad, felicidad, descubrimiento y conocimiento, el otro es base y forma para modelarme, para corregirme y para sentirme hombre en medio de una realidad trascendental y no superflua.
El hombre es por sí y para sí el resultado de su relación con los demás. Todo lo que el hombre tiene, su conocimiento, sus logros, sus aportes, están basados en un plano vital del razonamiento y en su adentramiento de su intimidad compartida con su otro yo. Ningún hombre es una isla. Para hacer frente al buen combate, necesitamos ayuda.
Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Nada somos sin otro con quien pelear, amar, perdonar y rectificar, porque ese otro comparte las mismas cualidades que yo, sufrimientos, alegrías y esperanzas.
La trascendencia del hombre implica la libertad de su propio ego, libertad de amar, de buscar, y de encontrar. Salir de nosotros hacia los demás implica apertura, realización y éxito.
“Sólo conozco dos tipos de personas razonables: las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen”.
[27]

Bibliografía

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http://es.wikipedia.org/wiki/Dignidadhttp://www.mail archive.com/federacionargentinadeyoga@yahoogroups.com/msg00426.html

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Derisi: Estudios de Metafísica y Gnoseología, 1, Buenos Aires, EDUCA, 1985; cf. también Choza: Antropología Filosófica, p. 403 y ss. y Arregui-Choza: Filosofía del hombre, cap. XII, p. 241 y ss.28.htm

Derisi: Estudios de Metafísica y Gnoseología, 1, Buenos Aires, EDUCA, 1985; cf. también Choza: Antropología Filosófica, p. 403 y ss., Arregui-Choza: Filosofía del hombre, cap. XII, p. 241 y ss. y G. Blanco, Curso de Antropología Filosófica, Buenos Aires, EDUCA, 2002, Págs. 507 y ss. y especialmente Págs. 538-541.
Cf. Blanco, G.: Clases de Antropología Filosófica en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica Santa María de los Buenos Aires, apuntes de clase de los alumnos.

Cf. Blanco, G.: Clases de Antropología Filosófica en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica Santa María de los Buenos Aires, apuntes de clase de los alumnos.

L. M. Etcheverry Boneo, Teología y Espiritualidad sacerdotal, 15 de junio de 1968, Buenos Aires, para uso de los oyentes.

Cf. R. Verneaux, Filosofía del hombre, cap. XVII, III.

Cf. B. Mondin, l’uomo: Chi è ? Elementi di Antropologia Filosofica, Massimo, Milano, 1993, sett. edizione, Parte seconda.
Emerich Coreth ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, Editorial Herder, Barcelona, 1980, Pág. 10.

Coreth, Ibíd., Pág. 272.

Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés.
[1] Diccionario de Filosofía, José Ferrater Mora, E-J. Hombre, Pág. 1551.
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Dignidad
[3] http://www.mail-archive.com/federacionargentinadeyoga@yahoogroups.com/msg00426.html
[4] http://galetel.webcindario.com/id71.htm. Karl Rahner ha desarrollado esta idea especialmente en su Cristología evolucionista. Ve a los seres humanos como la auto-trascendencia de la materia en auto-conciencia ante Dios. Ve a Jesús como aquel en quien la auto-trascendencia del universo hacia Dios alcanza su estado final irrevocable. Él es a la vez la auto-trascencencia del universo a Dios y la absoluta auto-comunicación de Dios a la creación.
[5] Diccionario de la Real Academia Española.
[6] http://www.autorescatolicos.org/rebecareynaudquees.htm
[7] http://es.wikipedia.org/wiki/Espiritualidad
[8] http://es.wikipedia.org/wiki/Esp%C3%ADritu
[9] Carlos Marx nació en Trèveris, en 1818. Su familia (son pobres, viven en una situación precaria) es de origen judío, aunque el padre se convierte al protestantismo y Marx se bautizado en 1824. Cursa estudios universitarios (Marx no era filósofo inicialmente, sino economista) en Bonn y Berlín. En esta ciudad conoce a los jóvenes hegelianos y establece fuertes lazos de amistad con Bruno Bauer. La obra más destacada de Marx, que se publica en vida del autor, es, sin duda, el primer volumen de El Capital (1867).También cabe citar La sagrada familia y el Manifiesto Comunista, en colaboración con Engels; La miseria de la filosofía (plantea que hay que hacer un socialismo más científico), Crítica a la economía política (1859, materialismo histórico), muchos artículos editados por distintos periódicos y algunos escritos histórico-políticos.
[10] http://html.rincondelvago.com/carlos-marx.html
[11] Emmanuel Mounier (Grenoble, 1 de abril de 1905 - Châtenay-Malabry, 22 de marzo de 1950) filósofo cristiano atento sobre todo a la problemática social y política. Fundador del movimiento personalista y de la revista Esprit. Sus obras reflejan cada una de ellas un momento de su trayectoria filosófica y de su compromiso vital: La pensée de Charles Péguy, 1931; Révolution personnaliste et communautaire, 1935; De la propriété capitaliste á la propriété humaine, 1936; Manifeste du service du personnalisme, 1936 (Manifiesto al servicio del personalismo, Buenos Aires 1965); L'affrontement chrétien, 1944 (El afrontamiento cristiano, México 1964); Montalembert (1945)
[12] (Verona, 1885-Munich, 1968) Teólogo católico alemán. Estudiante de química y de economía en Tubinga y en Berlín, cursó los estudios eclesiásticos y fue ordenado sacerdote. Fue profesor de dogmática en Bonn (1922), de filosofía católica en Berlín (1923) y maestro en el arte de la interpretación; ejerció una considerable influencia en la juventud católica alemana después de la I Guerra Mundial. Su cátedra fue suprimida en 1939 por el régimen nacionalsocialista. Entre sus muchas obras, cabe recordar El espíritu de la liturgia (1917), Cartas de autoformación (1922), El universo religioso de Dostoievski (1933), La muerte de Sócrates (1934), Pascal (1934), La esencia del cristianismo (1939), Libertad, gracia y destino (1948), La aceptación de sí mismo (1950) y El Señor (1954).
[13] http://www.anahuac.mx/bioetica/noticia.28.htm
[14] http://www.padrehernanquijanog.arzobispado.info/documents/IFyAF%2011%202008.doc
[15] Derisi: Estudios de Metafísica y Gnoseología, 1, Buenos Aires, EDUCA, 1985; cf. también Choza: Antropología Filosófica, p. 403 y ss. y Arregui-Choza: Filosofía del hombre, cap. XII, p. 241 y ss.
[16] Derisi: Estudios de Metafísica y Gnoseología, 1, Buenos Aires, EDUCA, 1985; cf. también Choza: Antropología Filosófica, p. 403 y ss., Arregui-Choza: Filosofía del hombre, cap. XII, p. 241 y ss. y G. Blanco, Curso de Antropología Filosófica, Buenos Aires, EDUCA, 2002, Págs. 507 y ss. y especialmente Págs. 538-541, donde trata de la persona (concepto ontológico) y la personalidad (concepto psicológico, funcional y operativo) y estudia la definición de Allport de la personalidad como organización dinámica y otras nociones vinculadas a la persona como proceso y como término.
[17] Cf. Blanco, G.: Clases de Antropología Filosófica en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica Santa María de los Buenos Aires, apuntes de clase de los alumnos.
[18] Cf. Blanco, G.: Clases de Antropología Filosófica en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica Santa María de los Buenos Aires, apuntes de clase de los alumnos.
[19] L. M. Etcheverry Boneo, Teología y Espiritualidad sacerdotal, 15 de junio de 1968, Buenos Aires, para uso de los oyentes.
[20] Cf. R. Verneaux, Filosofía del hombre, cap. XVII, III.
[21] Cf. B. Mondin, l’uomo: Chi è ? Elementi di Antropologia Filosofica, Massimo, Milano, 1993, sett. edizione, Parte seconda, III.
[22] Viktor Emil Frankl, (26 de marzo de 1905 - 2 de septiembre de 1997) neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la Logoterapia. Sobrevivió desde 1942 hasta 1946 en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau. A partir de esa experiencia, escribió el libro El hombre en busca de sentido.
[23] Para Sartre el hombre es un ser libre: no es una cosa existente del mundo, sino un yo constantemente por hacer, condenado a hacerse y, por lo mismo, a ser libre: la libertad no es una cualidad de ningún sujeto, sino el mismo hacerse de la conciencia humana; más que “ser” el hombre es “hacerse” y no se es nada que no se haya elegido. Por eso mismo el hombre es fundamento de todos los valores, cuya existencia decide. Obligado el hombre a decidir lo que es y a decidir el sentido que da a las cosas y al mundo, no puede por menos de experimentar la angustia que nace de esta responsabilidad consustancial a la estructura misma de la conciencia.
[24] Buber plantea que los seres humanos logramos en la comunicación, en el Yo-Tú, una interacción de a dos, dialogante, tocándonos, interviniendo el uno en el otro. Somos la palabra fundamental Yo-Tú. El Tú es un sujeto como el Yo, no es una cosa ni un objeto. Otra relación fundamental es con el Ello, el Yo-Ello. Una parte de nuestro ser se comunica con el mundo como cosa, objeto, pero no penetra en ella, no se fusiona. Nuestra experiencia externa es esto y aquello, conocimiento parcial, información: el Ello nos aleja del Tú. Nuestra vida diaria y común la vivimos en el Ello, en bases a datos que nuestro hemisferio izquierdo clasifica, valora, cambia o reemplaza.
[25] Emerich Coreth ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, Editorial Herder, Barcelona, 1980, Pág. 10.
[26] Coreth, Ibíd., Pág. 272.
[27] Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés.

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