miércoles, 1 de julio de 2009

Tesis Número 19



UCAB
HERNANDEZ Alexis
Educación , mención Filosofía

Seminario de Síntesis filosófica

RODRÍGUEZ Julián
Los Teques, 01-07-2009

EL PLANTEAMIENTO DE UNA ÉTICA SOCIAL, IMPLICA EL BIEN COMÚN

(arreglada, corregida y terminada)


El concepto de bien común, se ve afectado por una equivocidad que puede conducir a diversas paradojas. Un gran analista del concepto de bien común es Santo Tomás de Aquino, luego Maritain también ha construido una definición de bien común en sus numerosos estudios. Este ha sido un concepto muy discutido, el cual será presentado en las posturas a favor de cada uno de los pensadores que han tratado el tema.
A grandes rasgos podemos tratar el concepto de bien común partiendo de algunas de sus características:
El bien común es el conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de todos y cada uno de los miembros de la comunidad.
El bien común dinamiza el desenvolvimiento de un orden social justo que armoniza los aspectos individuales y sociales de la vida humana. Es responsabilidad de todos definirlo y construirlo.
El bien común, es un “bien” genuino y es auténticamente “común”. Que sea “bien” quiere decir que da satisfacción a las necesidades del ser humano en su entera naturaleza espiritual, moral y corporal, proporcionándole la paz, la cultura y todo lo necesario para el desenvolvimiento pleno de su existencia; es “común” porque es un bien de la sociedad entera.
El bien común es de todos y para todos. No promueve la ventaja de un grupo o clase alguna, sino el beneficio de todos, cualquiera que sea el carácter o la función que las comunidades realicen en la sociedad.

Lo que sí queda claro, es que el bien común se relaciona con las personas de dos maneras: en primer lugar, en cuanto las personas están contenidas en el orden social, es esencia al bien común, el revertir o volver a ellas. En segundo término, puesto que las personas sobrepujan al orden social, y están directamente ordenadas al Todo trascendente, es esencial el bien común favorecer el progreso de aquellas hacia los bienes absolutos que trascienden a la sociedad política.
Desde el primer punto de vista, tenemos, la ley de la redistribución del bien común a las partes de la sociedad, por ser estas partes personas. Por la segunda consideración, tenemos la ley de la superación o superioridad, por la que se manifiesta la trascendencia de la persona respecto ala sociedad.[1]



ARGUMENTOS EN CONTRA:



1. EL UTILITARISMO.
Las primeras ilustraciones de la ética utilitarista las encontramos en los pensadores de la Ilustración Inglesa, específicamente David Hume, pero la exposición sistemática de la misma se debe al pensador Jeremy Bentham.


a) JEREMY BENTHAM[2]
El punto de partida de su ética analítica es el rechazo de lo que él llamó “ficciones”, es decir, las especulaciones de tipo metafísico y los errores y falsedades que son utilizadas como medios para la defensa de los intereses particulares en nombre de un bien superior.
Para él es ficticia la afirmación de que los hombres nacen libres he iguales, ya que más bien nacen sometidos y desiguales. También pone de manifiesto la incongruencia que presenta la declaración de los Derechos Humanos del Hombre y del Ciudadano aprobada en Francia en 1789.
El principio sobre el cual erige su ética es el principio de utilidad.” Por utilidad se entiende la propiedad de cada objeto por la que tiende a producir beneficios, ventaja, placer, bien o felicidad.”
· Todo lo que es útil es bueno.
“El principio de utilidad debe servir, en primer lugar, para que el gobierno y las leyes se dirijan hacia el fin de la máxima felicidad para el mayor número de persona. “
El principio de utilidad implica un supuesto ético utilitario, según el cual la felicidad de todos los individuos tiene en mismo valor. También la considera que cada individuo es el mejor juez para decidir sobre sus propias preferencias.
La comunidad (ente ficticio) no puede tener un interés distinto al de las personas individuales que la componen. Por tanto, el interés de a la comunidad es igual a la suma de los intereses de sus individuos.





b) JOHN STUART MILL

John Stuart Mill[3]
La concepción del individuo como sujeto separado de los demás, se encuentra muy ligada a la idea y realidad de la libertad humana.
En la ética utilitarista de Stuart Mill, no aparece ninguna definición de la libertad, puesto que se limita a definir sólo aquello que le interesa plantear. Pero esto no limita a sacar algunas interpretaciones buenas y criticables.
Lo primero que podemos asumir como consecuencia de la libertad es la propia consciencia, en esta podemos encontrar la libertad de pensamiento, de elección, la libertad, investigación, de expresión y de sentir. Esto es la capacidad de dar a conocer la propia opinión, puesto que es un derecho en el hombre, así como comunicarse y buscar su propio bien.
El individualismo se manifiesta en el la libertad y el derecho de mostrar su parecer y su decisión. Es en esa búsqueda de su identidad personal.
La racionalidad práctica está gobernada, según Mill, por el principio del interés. Dentro del sistema moral del utilitarismo, este principio manda acercar el interés que todo individuo tiene por la felicidad y el placer propios al interés de la colectividad que se ve afectada por sus acciones. Puesto que la racionalidad práctica ya impone el principio del interés y la colectividad no es otra cosa que la suma de los intereses individuales de alcanzar la felicidad y el placer, la educación moral debe guiarse por la conjunción de ambos términos, es decir, debe asegurar que el principio del interés imponga en la mente de los individuos la asociación indisoluble entre la propia felicidad y el interés general.





2. Ética existencialista:

Comenzaré por señalar algunos rasgos que caracterizan la ética existencialista que la distinguen de las otras direcciones que ha tomado la filosofía.
El existencialismo es la filosofía que da prioridad a la existencia sobre la esencia. Esta afirmación podríamos explicarla de la siguiente manera: en la metafísica que se ha elaborado desde Aristóteles hasta nuestros días, se acostumbra hacer una distinción en el interior mismo del “ser”, de dos aspectos últimos: la esencia y la existencia.
Por esencia se entiende el núcleo del último ser. La esencia es aquello que constituye la naturaleza última de una cosa.
Por existencia, a su vez, se ha entendido la cosa que “es”.como el acto primero y primario en virtud del cual una cosa es.
El concepto de esencia responde, pues, a la pregunta: ¿qué es esto?; el término existencia responde a la pregunta: ¿esto, es?
La primera caracterización del existencialismo la encontramos entonces, en la afirmación de que la existencia precede a la esencia. Aparentemente esta sentencia reviste una gran ingenuidad, pero no es tal. Contrariamente a lo que parece, tienen implicaciones y complicaciones muy graves, porque eso de que la existencia precede a la esencia, presupone aceptar que no existe lo que pidiéramos llamar una naturaleza humana; que el hombre tiene su responsabilidad de elegir su propio ser y, por consiguiente, que cada uno de nosotros es dueño y señor de su destino.
Que si el hombre es fundamentalmente una existencia finita, todo su ser se agota en una misma existencia; que después de la muerte no cabe esperar nada; que la angustia ha ocupado el puesto que antes se reservaba a la esperanza.
Dentro de la filosofía existen diferentes tendencias, ellas van desde un existencialismo católico, defendido por Gabriel Marcel, hasta un existencialismo declarado ateo, defendido por sastre y Albert Camus. Lo que tienen en común, tanto el existencialismo ateo (Sastre) como el cristiano, (Gabriel Marcel) es simplemente que consideran que la existencia precede a la esencia.
Veamos algunas afirmaciones de los existencialistas que tienen profundas implicaciones éticas:
Ø La existencia del hombre transcurre entre dos puntos muy precisos: el nacimiento y la muerte. Antes del nacimiento es nada, y después de la muerte es nada.
Ø El hombre es un proyecto que se vive subjetivamente. Nada existe previo a ese proyecto. El hombre será lo que él mismo haya proyectado ser.
Ø El hombre es no es solamente como se concibe, sino tal como él se quiere y como concibe su existencia. En definitiva. El hombre no es otra cosa, que como él se hace.
Ø El hombre es responsable de todo lo que es, porque es responsable de su ser. El “ser así”, el “ser uno como es”, no exime de culpa, es la culpa misma.
Ø El hombre no puede concebirse solo. Por el hecho de ser hombre está en relación con los demás hombres. El hombre es un animal dialógico. Porque es un diálogo que puede dialogar con los demás hombres.
Con estas premisas se puede afirmar que, “sólo el hombre existe; sólo el hombre es libre, solo el hombre es posibilidad; solo el hombre elige; solo el hombre es un ser deficiente, inacabado, incumplido, imperfecto; sólo el hombre es un ser responsable.

· El existencialismo visto desde SARTRE:
El existencialismo de Sartre, afirma que el hombre comienza por existir y sólo después será tal como se haya hecho, porque el hombre no será otra cosa más que eso. Es ante todo un proyecto y es responsable de lo que es.
A su postura se le considerada pesimista, es sin embargo profundamente ética. El Existencialismo ateo es un movimiento de post guerra, que surge cuando la gente comienza a integrarse a la sociedad, que devastada por las pérdidas, se atreve a cuestionar los antiguos valores y creencias.
El primer paso del existencialismo es poner en el hombre la total responsabilidad de su existencia y la de todos los demás. Porque al elegirse a si mismo está creando también una imagen del hombre tal como considera que debe ser.
Así, su responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque lo compromete a él y también a toda la humanidad.
Eligiéndose, elije a todos los hombres, porque con sus acciones está habilitando a todos los demás a hacer lo mismo.
Esta responsabilidad de elegirse a cada instante es el origen de la angustia y del desamparo porque no tiene excusas, ya que es libre para elegir sus actos.
El existencialismo no cree en el poder de la pasión para que el hombre justifique sus actos, porque también es responsable de su pasión, y la pasión no es una excusa.
Como para Sartre no existe una moral “a priori”, afirma que cuando se está frente a una encrucijada no se tiene a nadie y sólo se puede fiar en los propios instintos. No se puede guiar uno ni por los sentimientos, ni tampoco se pueden pedir consejos; porque los sentimientos los construye uno mismo con los actos y porque siempre se elige al consejero, que ya se sabe de antemano qué va a aconsejar.
Elegir es inventar, dice Sartre, porque ninguna moral general puede indicar lo que hay que hacer. El hombre debe comprometerse y luego actuar sin esperanza, y sin ilusionarse, hará lo que pueda. Lo que no puede es no elegir porque aunque no elija, está eligiendo no elegir.
El hombre elige su moral. Todo hombre que inventa un determinismo es un hombre de mala fe. La mala fe es un error, es la mentira de la falta de compromiso. Porque cuando se elige de buena fe es para siempre. La actitud de estricta coherencia de los actos es la actitud de buena fe.
Los actos de los hombres de buena fe tienen como última significación la búsqueda de la libertad como tal y están obligados a querer, al mismo tiempo que su libertad, la libertad de los demás.
La vida no es nada, les corresponde a los hombres darle un sentido; y el valor de la vida no es otra cosa que ese sentido que eligen.
Aunque Dios existiera todo esto no cambiaría porque es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada puede salvarlo de si mismo.

3. NIETZSCHE[4]:

Más allá del bien y del mal, Nietzsche y la búsqueda de "la verdad".
Al igual que Kierkegaard, Nietzsche fue un apasionado defensor de la individualidad. Ello lo diferencia de Marx, quien criticaba a la sociedad moderna pero desde una visión colectivista.
Nietzsche sostenía que las creencias en Dios, la Moral y la Metafísica se han revelado inconsistentes; que su origen no se encuentra sino en el hombre, en el hombre débil y sufriente que no puede superar por sí mismo su dolor y busca consuelo en el más allá. Por eso habla de la "muerte de Dios" y propone un nuevo tipo de hombre: el “Súper-Hombre”. Paralelamente, advierte sobre el peligro de que nuestro tiempo dé a luz al más bajo de los hombres, al "último hombre", que no vive ya la grandeza alienada del hombre clásico pero tampoco llega a la propia del súper-hombre.
El "último hombre" es aquel que se conforma con lo superficial, que no se conmueve ni por la "muerte de Dios". A este tipo de hombre Nietzsche lo considera despreciable.
«Dios ha muerto», decía Nietzsche. La concepción según la cual el mundo tiene un orden y sentido, ya sea éste inmanente o trascendente, ha sido superada. El hombre ha tomado conciencia de que todo lo que consideraba como sagrado, santo, bello y bueno, no lo era en sí mismo sino porque él lo valoraba así. El hombre se descubre como aquel que valora, aquel que da sentido. La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre. Ya no podemos hablar de un bien y un mal objetivos. Por eso, en Así habló Zaratustra, su obra más famosa, el personaje central es el predicador persa que siete siglos antes de Cristo enseñó que había un Principio del Bien y un Principio del Mal. En la obra, Zaratustra viene a enmendar su error, a decirnos que no hay un bien y un mal en sí mismos. El bien y el mal son lo que nosotros hacemos que sean, pero nosotros estamos "más allá del bien y del mal".
· En su obra: Más allá del bien y del mal, Nietzsche y la búsqueda de "la verdad".
Para Nietzsche la búsqueda de “La verdad” No hay una verdad absoluta e inamovible para todos. La verdad firme no existe, es el derribo de las categorías, el ataque a la religión y a las certezas. El hombre para sentirse más seguro y aliviado busca esas certezas sobre las que establecer un sentido para la vida. Pero la vida de esas certezas es una vida muerta, es agua salada como señalará el propio Nietzsche, con el que difícilmente calmaremos nuestra sed. Así su primera crítica se dirige a la sólida estructura de verdades, de las que el hombre se había rodeado y empapado, sobre las que había edificado durante tanto tiempo, vertiendo un pensamiento que no vale para la vida.
Para Nietzsche quien tiene necesidad de verdades objetivas, es quien menos seguridad tiene en sí mismo. Quien no cree en sí mismo necesita certezas inmediatas. Señala una debilidad de aquellos que someten su vida a imperativos. De ahí su hostilidad con la ética kantiana, la ética utilitaria y la moral cristiana. Por eso, todas esas conjunciones que nos intentan establecer son papel mojado, no existe la verdad única e inamovible, y el hombre debería cesar en su empeño por hacerlo, pues lo que no vale para la vida no vale para el hombre. Todas estas cuestiones son las que nos han conducido a esta situación, y la que ha arrastrado tanto sufrimiento y tantos abusos por parte de aquellos que intentaban imponerlas, atemorizando a los hombres y doblegándoles. La verdad no puede ser común a todos.
Aquel que busca el consuelo en un más allá. Resentimiento de esclavo, incapacidad para afrontar riesgos, temeroso de la vida y de lo que le puede acontecer, ya que no está a salvo en ningún modo, busca consuelo, grita ayuda mostrando su debilidad. Hombres replegados, sometidos, de extraordinaria sensibilidad para el dolor, que llora y se apiada. Que teme al fuerte, incapaz de venganza, y que busca el amor a Dios, y cree en la igualdad de los hombres ante Dios.
“El bien común… ¿Cómo es posible? Lo común tiene siempre poco valor.” Así señala con el dedo Nietzsche a lo común, a lo que no es originario de uno mismo, a lo que es dado y aceptado por todos. El filósofo del futuro es aquel que abandona la verdad, para construir la suya propia. La verdad no es una verdad de todos ni para todos. Nietzsche ataca a los grandes relatos sustentados en “verdades” inamovibles y universales. Según él, eso no vale para nada. El se mueve en el escepticismo, su verdad para él, pero no necesariamente para todos. Los conceptos absolutos de verdad quedan relegados a un segundo plano. El hombre, por primera vez en la historia, carece de categorías o revelaciones metafísicas a las que agarrarse. Esos planes que nos legó la historia no sirven para el espíritu expansivo, y si no sirven para la vida debemos liberarnos de ellos.
Más allá del bien y del mal está despojado ya de esas verdades instauradas, por lo que el concepto de bien y mal se altera. Los valores judeo cristianos trasmitidos a lo largo de la historia son para débiles.
Para Nietzsche lo erróneo es la misericordia, la piedad de ayudar al prójimo en sus desventuras con el mundo, el igualitarismo, el socialismo, el cristianismo… Todos los valores metafísicos y religiosos sobre los que occidente había crecido eran una patraña, conceptos vacíos tras lo cual no había nada. Eso deja al hombre solo, que ya sufre en este mundo, y le propone una integración en el mismo, bajo una nueva oscuridad que no somos capaces de iluminar.
Frente a esta aparente soledad Nietzsche acude al Superhombre, a la voluntad de instaurar unos valores para cada uno, que necesariamente no deben estar en cánones ni de pretensión universalistas, sino personales en el sentido total de la palabra.
El hombre no es libre, o tiene voluntad o no la tiene. Estos actos emanaran de la fuerza pujante del que decide, del que posee arraigo por si mismo, del que no se arruga ante el destino y vive una vida de pujanzas y riesgos. Son las virtudes de unos filósofos del futuro que vivirán de sus verdades. Esas verdades elevan al espíritu, y evaden cualquier acto que anule o aminore la fuerza de la vida.





ARGUMENTOS A FAVOR



1. Santo tomas de Aquino

presenta el concepto de bien común en la suma teológica, en la cuestión número 98, donde habla sobre la esencia de la ley. Afirma :
La sociedad tiene fines propios, los cuales son los fines naturales. Los fines naturales que hay que atender y realizar. El bien supremo no es compatible con el bien común. En este sentido el bien supremo y el bien común pertenecen a órdenes distintas. Estas dos se relacionan.
La ley no es más que una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad.
Santo Tomás parte desde la ley, pues la presenta como una especie de regla o medida, en la cual un individuo en inducido a actuar. Para él, la razón es regla y medida de los actos humanos, ya que es el primer principio de los mismos, puesto que la razón: ordena los actos hacia un fin debido. Así establece que la ley es algo que pertenece a la razón.
Seguidamente entra en el argumento sobre el bien común, diciendo que:
“El bien común es también fin común. De la misma forma expone:
Constituyéndose la ley ante todo por orden al bien común, cualquier otro precepto sobre un objeto particular no tiene razón de ley sino en cuanto se ordena al bien común. Por tanto, toda ley se ordena al bien común.
Para santo Tomás, así como la razón es principio de los actos humanos, así también en la razón hay algo que es principio respecto de todos los demás actos, por lo cual es necesario que la ley pertenezca a aquello que es lo más principal. El primer principio es el Fin Último, que es la felicidad o bienaventuranza. Por la tanto es necesario que la ley se orienta al orden de hacer y conservar la felicidad y de la comunidad política. Solo así son legalmente justas las normas, en su orientación al bien común que es una finalidad común, no por comunicación genérica, ni específica, sino por comunicación de finalidad, en tanto que es la natural orientación humana al bien.
Si el principio es el Fin Último y el fin último del hombre es la felicidad, así también como el bien común es una finalidad común, es decir, un fin, entonces podemos decir que el bien común, es una felicidad común.
El bien común es tan importante, que a la autoridad estatal o a la misma comunidad le corresponde velar por el bien común. Es imposible no relacionarlo con la ética, pues los intereses de cada individuo, deben ser estabilizados en igualdad de posibilidades, para que así el bien y la felicidad pueda ser alcanzado por todos.
Este concepto ha sido incorporado en las constituciones y legislaciones de numerosos países. En cuanto a la Doctrina Social de la Iglesia, se presenta ya desde la Rerum Novarum. En las encíclicas posteriores se ha seguido profundizando en su concepto.


2. CARTA ENCÍCLICA RERUM NOVARUM DEL SUMO PONTÍFICE LEÓN XIII. 1891
Algunas menciones sobre el bien común en la Rerum Novarum:
En cuanto al bien de todos los ciudadanos (bien común), la encíclica lo presenta desde una visión positiva basada en el Absoluto (Dios). Parte desde un análisis a la situación de los obreros y la necesidad de un bien para todos. Toca los bienes que son administrados por el gobierno y el Estado.
“Lo que más contribuye a la prosperidad de las naciones es la probidad[5] de las costumbres, la recta y ordenada constitución de las familias, la observancia de la religión y de la justicia, las moderadas cargas públicas y su equitativa distribución, los progresos de la industria y del comercio, la floreciente agricultura y otros factores de esta índole, los cuales, cuanto con mayor afán son impulsados, tanto mejor y más felizmente permitirán vivir a los ciudadanos.
A través de estas cosas queda al alcance de los gobernantes beneficiar a los demás órdenes sociales y aliviar grandemente la situación de los proletarios, y esto en virtud del mejor derecho y sin la más leve sospecha de injerencia, ya que el Estado debe velar por el bien común como propia misión suya. Y cuanto mayor fuere la abundancia de medios procedentes de esta general providencia, tanto menor será la necesidad de probar caminos nuevos para el bienestar de los obreros.
núm. 23
Mas, aunque todos los ciudadanos, sin excepción alguna, deban contribuir necesariamente a la totalidad del bien común, del cual deriva una parte no pequeña a los individuos, no todos, sin embargo, pueden aportar lo mismo ni en igual cantidad. Cualesquiera que sean las vicisitudes en las distintas formas de gobierno, siempre existirá en el estado de los ciudadanos aquella diferencia sin la cual no puede existir ni concebirse sociedad alguna.
Aportaciones de aquellos que tienen el poder y la justicia en sus manos, son lo principales que deben contribuir al bien común más de cerca y con más altas razones. Los que ejercen algún oficio, por el contrario, no aprovechan a la sociedad en el mismo grado y con las mismas funciones que aquéllos, mas también ellos concurren al bien común de modo notable, aunque menos directamente. Y, teniendo que ser el bien común de naturaleza tal que los hombres, consiguiéndolo, se hagan mejores, debe colocarse principalmente en la virtud. (Rerum novarum, núm. 25)

3. EN EL PENSAMIENTO DE MARITAIN[6]
El bien común es uno de los conceptos claves de la filosofía política de Jacques Maritain. Para este filósofo católico el fin de la sociedad política es perseguir el bien común . Pero este bien común no es la mera suma de los bienes particulares, pues, como Aristóteles nos enseña, “incluso en el orden matemático seis es algo más que tres más tres”. Es decir que el número seis tiene vigencia propia e independiente de los sumandos, e incluso puede ser resultado de otros diferentes. Y a su vez puede combinarse con entidad propia en la serie de los números en cifras de valor absoluto y relativo ad infinitum.
“No digamos que el fin de la sociedad es el bien común, individual o simple reunión de los bienes individuales de cada una de las personas que la constituyen. Semejante formula disolvería la sociedad como tal en beneficio de sus partes y coincidiría a la anarquía de los átomos.; llevaría bien a una concepción francamente anarquista, bien a la vieja concepción anarquista enmascarada del materialismo burgués, según la cual toda la función de la ciudad consiste en velar por el progreso de la libertad de cada uno, mediante lo cual los fuertes oprimen libremente a los débiles.
Repite con Santo Tomás que “cada persona individual es, con respecto a toda la comunidad, lo que la parte con respecto al todo”. Esto diferencia el modo de pertenencia a la sociedad estatal de cualquier otra de fines específicos. El hombre se compromete por completo en esta sociedad civil, su vida, sus bienes, su honor. No así en un sindicato, un club o una academia.
Pero ese compromiso, aunque total, no ocurre en virtud de cuanto hay en la persona y cuanto le pertenece. “Formo parte del Estado – dice Maritain – en razón de ciertas relaciones con cosas de la vida común que afectan a todo mi ser, pero en razón de otras relaciones (que también afectan a todo mi ser), con cosas más importantes que la vida en común hay en mí bienes y valores que no existen por el Estado ni para el Estado y que están fuera del Estado”.[7]
Por su carácter de bonum el bien común no puede ser una resultante del simple querer individual, el pecado rousseaniano de desencajar la voluntad de su propia naturaleza. La mayoría ni la unanimidad pueden cambiar la idiosincrasia de la bondad. La democracia no es simple aritmética. Los valores humanos no obedecen a criterios estadísticos. La calidad no es procreación de la cantidad.
Por su carácter de común este bien abarca tanto a la sociedad como a la persona. Es pues común “al todo y a las partes, como si fueren todos, porque la noción misma de persona, significa totalidad”.
En otras palabras, en tanto se es “individuo” se es parte de la sociedad y en cuanto se es “persona “, es decir, algo más que simple fragmento de materia, se participa de lo social en cuanto se permite al hombre la realización plena de sus más altas funciones en este sentido, “per se”. No es el ser humano simple elemento sirviente del Estado.
Este personalismo de Maritain es asiento básico para condenar toda forma de totalitarismo que siempre pretende absorber hasta las funciones más espirituales del ciudadano. Y al mismo tiempo implica un rechazo de la tesis individualista liberal que considera al hombre como simple átomo social.
Aunque resulta obvio no está de más insistir, y es el propio Maritain quien lo expresa, que el individuo y la persona no son dos seres distintos:
“No existe en mí una realidad que se llama individuo y otra que se dice persona, sino que es un mismo ser, el cual, en un sentido es individuo y en otro es persona. Todo yo soy individuo en razón de lo que poseo por la materia, y todo entero, persona, por lo que me viene del espíritu”.
Según Maritain, el bien común implica tres elementos fundamentales:
1) Redistribución, ayuda al desarrollo personal;
2) autoridad, es su fundamento; y
3) moralidad intrínseca.
Es decir, que la función del bien común obliga a compartir los bienes sociales para beneficio de la persona, para su perfección. De ahí que todo bien comunitario revierte sobre las personas, se redistribuye la participación común. Maritain en frase feliz trató de resumir o de empatar el doble aspecto de su doctrina: personalismo comunitario. La autoridad ha de imponerse solo tanto cuanto sea necesario a estos propósitos comunitarios. Y no se puede justificar el maquiavelismo para explicar la acción estatal. Una ley injusta no es ley.




Desarrollo

Referente al problema del bien común: El planteamiento de una ética social, implica el bien común
El planteamiento de una ética social, implica el bien común.
Ciertamente el tema del bien común, no puede ser separa do o visto fuera del ámbito social, ya sea de manera positivo o negativa, o dicho de otra manera, estando en contra o a favor del planteamiento del bien común.
Las diferentes posturas planteadas anteriormente en las argumentaciones, cada una presenta una justificación racional del por qué de la importancia del bien común, o del desarrollo del individuo como ser único.
En cuanto a los argumentos o los filósofos que están en contra del bien común, la mayoría parte desde el individuo como centro de toda la importancia de la realidad humana. El hombre como ser importante y como el único capa de determinarse como lo que desea ser.
La postura ética utilitarista, presenta una visión del hombre como aquel que busca la felicidad suya o de los otros, sin importarle los medios que utilice para poder alcanzarla.
A primera vista pareciera ser una ética de las mayorías donde se lucha por el mayor bien que es lo que los ciudadanos quisiera, pero no es así, ya que este planteamiento sólo toma en cuanta el bien de u porción de la sociedad, que se considera la mayor.
El caso es que al tomar en cuanta una porción de la totalidad de los hombres, queda otra porción (que también es grande) fuera de este bien, y son estos los que no tienen ningún tipo de beneficio y menos son tomados enguanta para la finalidad planteada, ya que no entrar dentro de los objetivos iniciales del proyecto utilitarista.
Esta porción minoritaria varia de acuerdo alas necesidades, es decir, que en alguno de los casos puede que el que salio beneficiado en algún momento, pase a formar parte de esa minoría que no es beneficiada, sino más bien, utilizada.
Por esta razón la postura utilitarista “usa” al hombre como herramienta o instrumento para alcanzar un fin. Tiene un visión antropológica del hombre como medio, o como lo llama Bubber, “ello”. Lo cosifica y lo convierte en un ser inseguro que no tiene esperanza futura dentro de la sociedad, ya que en cualquier momento de su vida, puede sentirse seguro, pero al otro día puede pasar a ser instrumento para el bienestar de los otros.
Desde la ética utilitarista, no es la mejor manera de entender el planteamiento del bien común. Es un sistema social que puede resultar muy positivo, desde la visión positivista o cientificista, ya que resulta productiva de manera instantánea y menos procesal. Resuelve los problemas más pasajeros de la sociedad, pero no los grandes problemas de la humanidad.
Por otra parte, la postura existencialista también se presenta como un argumento en contra del planteamiento del bien común.
La postura de Sartre, presenta a la realidad del hombre como aquello que primero existe y luego es. Es la existencia que precede a la esencia.
Esta es una postura bastante individualista, ya que la relación interpersonal que se encuentra por naturaleza dentro del ser de la persona, queda relegada a la existencia que aparece como primera.
A partir de allí, el hombre desde su existir, puede formar su personalidad y hacerse lo que quisiera ser en la vida y en el futuro. La relación con el otro y la búsqueda de su bienestar en el otro, queda limitada a la libertad propia del individuo que puede o no formar su persona a las relaciones interpersonales.
Dentro de la sociedad, según Sartre, existen distintos tipos de personalidades, las cuales han sido formadas por el mismo hombre, sin la ayuda del otro. Por esta razón, una visión común del bien, no puede ser tomada como paradigma o como ideal, ya que el hombre por ser libre de optar por el bien o el mal, fácilmente puede no aportar o puede no aceptar tal planteamiento.
Para Sartre, el hombre sólo debe comprometerse y luego actuar sin Ningún tipo de esperanzas, sin ilusiones y haciendo lo que pueda hacer sin muchos esfuerzos. De igual manera, él mismo elige su moral, la cual debe estar fundamentada en los actos de buena fe, que le ayudarán a buscar su propia libertad y para esto, deben aceptar la libertad de los otros.
Esta ética también, al igual que la utilitarista, parte de la concepción del individuo como el centro de todo. Sólo desde ahí el hombre podrá proyectarse en la vida y de esta manera, aceptando la existencia y libertad. Sólo el hombre puede elegir sobre sí mismo, solo él es quien existe, sólo él es libre y puede perfeccionarse a sí mimo al igual que desde su propia voluntad hacerse responsable.
El planteamiento del bien común, difícilmente puede ser entendido desde una postura atea o extremista. Es importante la concepción de los ideales religiosos que invitan a los hombres a tratar bien al prójimo y a convivir con él. El existencialismo ateo elimina toda visión metafísica y lleva al hombrea hacia un materialismo que está fuera de los parámetros de las trascendencia hacía al otro.
La antropología del hombre existencialista gira en torno a su yo, y a la aceptación del otro como tú. El destino se lo forja cada uno, y el oto no influye ni debe influir, pues debe respetar mi existencia.
La ética social, no es existencialista. El bien común, que es el bien de todos los hombres, no puede ser existencialista ni materialista y menos utilitarista. El bien común es un valor, y como todo valor, tiene un alto grado de bienestar para quienes lo profesan.
El planteamiento de Nietzsche es más extremista, pues su ética antropológica es caracterizada por un fatalismo. Defensor del individualismo y del planteamiento del Súper hombre.
El hombre que toma consciencia de todo lo sagrado y ya no necesita a el Ser trascendente que venga en su ayuda. Pasa de ser hombre normal, a un Súpero hombre a nivel del mismo Dios.
Nietzsche, parte desde una crítica a los valores tradicionales que se encuentran en la sociedad y que el hombre ha asumido poco a poco hasta dejarse dominar por ellos. De manera clara hace énfasis en los valores del cristianismo, de las democracias y del socialismo.
Estos valores limitan al hombre y no lo dejan actuar según su propia naturaleza humana, ésa que lo llama y lo lleva a luchar por el poder por estar en la cumbre de la perfección. Estos valores en vez de dejar que el hombre se realice, le limitan colocándole una serie de condiciones y exigencias que no le permiten destacarse, ni luchar por la perfección.
Estos valores deben ser superados, pero desde un punto de vista que está más allá del bien y del mal. Estos son los falsos valores.
Para ello, Nietzsche propone un nuevo ideal, el cual debe sustituir el ideal de los falsos valores antes nombrados. Este ideal parte desde la creación o formación de una voluntad de poder y dominio, lo suficientemente fuerte como para que poder superar al hombre común y así pueda ser implantada la era del Súper Hombre.
Ahora bien, para que este Súper hombre pueda llegar a ser cambiada toda la concepción de la sociedad. Esto sería un cambio a toda la historia de la humanidad. Los hombres estaríamos frente a una evolución de la humanidad. Sería la creación del hombre perfecto, como también el completo caos donde todos los hombres por el simple hecho de ser perfectos, nunca podrían ponerse de acuerdo ni tener un mismo ideal, ya que cada uno sería su propio ideal.
No toma en cuenta a los otros como seres perfectibles, sino más bien como aquello que deben doblegarse ante el súper hombre.
Ahora, la concepción moral del súper hombre, debe ser la del amo con el eslavo, es decir, una moral de superación y de imposición de acuerdo a su perfección. Aquí podemos ver cómo aparece una concepción presentada en el estado de Hobbes, donde el más fuerte es quien debe dominar.
Pero en este sentido, el esclavo no puede aspirar a ser Súper Hombre, ya que no se encuentra en las condiciones para hacerlo, como tampoco le será permitido que lo haga., esto es para que no pueda entrar en la lucha del poder ni de la supremacía ante el otro. El valor del poder está por encima de la compasión y de la piedad. Todo se centra en la superación descontrolada del hombre.
Las posturas individualistas no aceptan ni dan ningún tipo de aporte al planteamiento del bien común, pues no lo ven como aquello que es bueno para todos. El bien común es importante ya que garantiza la libertad de posibilidades y promueve la ventaja de todos os grupos de la sociedad.
La tesis presenta una visión positiva de la convivencia entre los hombres dentro de la sociedad. El objetivo del bien común es la riqueza común, pero no una riqueza solamente material, sino es un bienestar y satisfacción sano, visto desde el cumplimento del deber de cada uno y de poder alcanzar las metas de todos los individuos de la sociedad.
Desde el planteamiento de la ética social, se llega a un conjunto de principios, reglas, instituciones y medios que permiten promover y garantizar la existencia de todos los miembros de una comunidad humana. En el plano inmaterial, uno de los elementos del bien común es el típico reconocimiento de respeto y tolerancia en las relaciones con el otro.
Todos los hombres tienen metas y sueños. Esas metas, las llamamos, según santo Tomás, la felicidad, y esa felicidad es el fin último. Por tanto el bien común es una finalidad común, es decir, un fin. Entonces podemos decir que el bien común, es una felicidad común.
Por su carácter de común este bien abarca tanto a la sociedad como a la persona. Es pues común “al todo y a las partes, digo a las partes como si fueren todos, porque la noción misma de persona, significa totalidad”.
Cuando se es individuo, se es parte de la sociedad, por tal razón, es imposible no relacionarse con el otro, al igual que hacer que los intereses del otro no me afecten a mi, ni los míos a el otro. El hombre no es un átomo social, no puede vivir solo en el individualismo. Necesita de la relación interpersonal, y para ello e importante que llegue a un acuerdo de bienestar con los otros hombres, para así poder realizarse como persona.
El bien común obliga a compartir los bienes sociales que se encuentran a la mano de todos los hombres. De esta manera el hombre va alcanzando una perfección gradual, ya que se deja a un lado la lucha del más fuerte contra el más débil, o la lucha por conseguir el poder pleno para someter a los otros.
Ahora bien, aunque todos los ciudadanos, sin excepción alguna, deban contribuir necesariamente a la totalidad del bien común, del cual deriva una parte no pequeña a los individuos, no todos pueden aportar lo mismo ni en igual cantidad. Cualesquiera que sean las vicisitudes en las distintas formas de gobierno, siempre existirá en el estado de los ciudadanos aquella diferencia sin la cual no puede existir ni concebirse sociedad alguna.
Aquellos que tienen el poder y la justicia en sus manos, son quienes deben aportar al bien común.
No podemos ver el bien común como algo solamente material o algo solamente metafísico, tampoco como un ideal imposible de alcanzar. El bien común debemos verlo como ese valor social que busca el bienestar de todos los hombres. De esta manara es que es posible que la ética social implique el bien común, ya que no puede existir una ética dentrote la sociedad que no busque el bienestar de todos los hombres, pues dejaría de ser ética social y pasaría a ser una ética de las minorías o del poder.
La ética social es la clave del desarrollo positivo de las naciones y del bienestar de sus ciudadanos. Si todos los hombres viven felices y no en una eterna lucha por conseguir sus propios intereses y satisfacer sus propias necesidades, podrán unir fuerzas para mantener la paz y el respeto a cada uno de los que conforman el conjunto social.
Conclusión

A manera de conclusión, el estudio de la tesina, viéndolo desde las distintas posturas, resulta muy fructificante y muy positivo, no solo para el planteamiento de la ética social y su evocación en el bien común, sino también para relacionar el contenido filosófico con todas las tesinas éticas y algunas de las filosóficas.
La defensa de la postura ética del bien común, ha sido analizada y defendida desde la postura de Maritain, de Santo Tomás y de la carta Encíclica del Papa León XIII, pero esto no quiere decir que las posturas de la argumentación en contra no sean valederas.
Es conveniente e interesante poder hacer el ejercicio de adentrarse en cada una de las posturas para poder ver esos puntos que se pueden tomar a consideración y a crítica poder hacer un juicio personal de la doctrina del filósofo.
Para nadie en un secreto que la postura utilitarista, presenta algunos rasgos que a simple vista parecieran ser dirigidos hacia el bien común. Todo el bien que se hace a la mayoría y es argentado de una manera práctica y productiva, es sin duda bien vista por la sociedad de nuestros días. Entonces cabe la pregunta b¿es buena o es mala? La respuesta se encuentra en el análisis profundo de esta postura.
De igual manera podríamos hacer un recorrido por todos los argumentos y sus filósofos, ya sean a favor y en contra, y sin duda encontraremos puntos donde comenzaremos a dudar y otros donde haremos un juicio la respecto, como el caso de la ética existencialista que nos regala un visión del hombre autosuficiente y con extraordinarias capacidades de superarse por sí sólo y programar lo que quiere llegar a ser en la vida
Como también la postura fatalista del mismo Nietzsche que sin duda alguna ha marcado pauta con su filosofía de la muerte de Dios y la crítica a los valores tradicionales de la sociedad que ha hecho que el hombre los asuma y así no pueda ser libre, sino más bien limitado y reprimido por todos.
No se trata de quedarnos con lo escrito en el desarrollado o con lo que nosotros aceptamos como correcto. Se trata de abrirnos al diálogo y a las posibilidades de dejarnos confrontar por las posturas de los filósofos y así entrar en una discusión argumentada pero filosófica, sin dogmas ni creencias plenamente metafísicas. Se tata de llegar a conclusiones personales o grupales que nos satisfagan la necesidad intelectual y nos hagan sentir filósofos de verdad.
Es poder tener las herramientas para estar preparados y poder ponernos frente a un texto de Maritain, del papa León XXIII, de Nietzsche, de Sartre, de Santo tomas de Aquino, de Stuart Mill o de Jeremy Bentham y hacer una buena critica y juicio para decir si son argumentos en contra o a favor. Esto se logra, sólo con el estudio personal de cada postura y la crítica que se le pueda hacer al material presentado en este desarrollo de la tesina presentada.

BIBLIOGRAFÍA


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[1] Moreno M., Diccionario de pensamiento Contemporáneo, san pablo Madrid,1997, 154.
[2] Nace el 15 de febrero de 1748 en Houndsditch — Londres el 6 de junio de 1832) fue un pensador inglés, padre del utilitarismo. Fue reconocido como niño prodigio por su padre al encontrarlo en su escritorio leyendo varios volúmenes de la Historia de Inglaterra) es también autor de numerosos escritos sobre política y derecho de economía.

[3] Nace Londres el 20 de mayo de 1806 y muere en Aviñón (Francia) 8 de mayo de 1873). Fue un filósofo, político y economista inglés representante de la escuela económica clásica y teórica del utilitarismo, planteamiento ético propuesto por su padrino Jeremy Bentham, que sería recogido y difundido con profusión por Stuart Mill.

[4] Nace en Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de 1844 – Weimar, 25 de agosto de 1900) fue un filósofo, poeta y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX.
Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, religión y filosofía occidental, mediante la deconstrucción de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida. Este trabajo afectó profundamente generaciones posteriores de teólogos, filósofos, psicólogos, poetas, novelistas y dramaturgos.

[5] Rectitud.
[6] Jacques Maritain fue uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Fue un hombre de profunda pasión religiosa, filosófica y cívica, así como un testigo activo y participante en los acontecimientos de su tiempo.Fue uno de los padres de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948 y uno de los grandes defensores del ideal democrático amenazado por las ideologías totalitarias del siglo pasado. Sus reflexiones sobre democracia, arte y ciencia constituyen un instrumento sólido y efectivo para la interpretación de los cambios que experimenta el mundo de hoy.
[7] MARITAIN J., La Persona y el bien común, ICEH, Chile, 1977, 64-65

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