Símbolo, simbolismo, simbolización[1]
El término símbolo deriva etimológicamente del latín simbolum, y ésta en concreto del griego συμβαλλω (simbolon), que es una palabra formada por el verbo balein, lanzar, arrojar; y la preposición sin, que significa con. Por lo que el sentido sería lanzar con. Los griegos emplearon el término con el significado de reunir, juntar, encontrar o articular[2]. “Originalmente es un objeto cortado en dos partes. Lo más importante no son las dos partes-objetos que se unen, sino el propio acto de reunir, la relación que permite tal encuentro”[3]. Sería lo contrario de diabolein, que significaría separar, fragmentar y fue empleado como enemistar o desavenir... Por tanto, nos encontramos que la palabra símbolo expresa a modo de fuerza centrípeta (que tira de un objeto hacia el centro de un camino circular), la fuerza hacia el interior, buscando la unidad y la reunión[4].
La palabra símbolo, en el Diccionario de
…una señal no natural, es decir, una señal convencional… Como puede variar el grado de ‘naturalidad’ o ‘convencionalidad’ de una señal, no es siempre claro cuando nos las habemos con un signo o un símbolo. Una señal puede ser declarada, según los casos, signo o símbolo, o ambos, dependiendo del contexto… De aquí que ha sido común definir el símbolo como un signo que representa alguna cosa, sea directa, sea indirectamente. Esta definición es lo suficientemente vaga para cubrir prácticamente todos los casos: un objeto sensible puede representar (ser símbolo de) una idea, y viceversa; un objeto sensible puede representar (ser símbolo de) otro; una idea puede representar (ser símbolo de) otra idea, etc...[6]
[1] Ha de tenerse en cuenta que “a veces se usa ‘símbolo’ como sinónimo de ‘signo’… Lo más común, sin embargo, es distinguir entre ‘símbolo’ y ‘sigo’…”, FERRATER J., Diccionario de Filosofía, IV, Alianza, Madrid 1979, 3039. “La diferencia entre el signo y el símbolo ha sido ampliamente abordada a lo largo de la historia del pensamiento. Para unos el signo es más amplio, de mayor extensión, capaz de englobar al símbolo, para otros el símbolo pertenece a otro orden de conocimiento distinto al del signo. No existe un consenso definido en torno a estas dos palabras”. LUCIANI R., La palabra olvidada. De la significación a la simbolización, IUSPO, Los Teques 1997, 198.
[2] Cf. LÓPEZ A., Concepto de símbolo, misterio y sacramento, en: http://es.geocities.com/cursoteologia/cap/cap2203.htm, 20-04-2009.
[3] LUCIANI R., La palabra olvidada..., 206-207.
[4] Cf. LÓPEZ A., Concepto de símbolo…
[5] DICCIONARIO DE
[6] FERRATER J., Diccionario de Filosofía… (lo resaltado en cursiva es mío). Al respecto de la ‘naturalidad’ o ‘convencionalidad’ del símbolo, bien vale la pena citar un pasaje de LUCIANI R. en su libro cuando dice: “El símbolo no es convencional sino natural pues permite el reconocimiento de una realidad existente y propia del hombre. No exige un proceso de racionalización teorético por parte de unas personas dentro de una estructura previa de significados, sino una dinámica de simbolización, es decir, participar de la fuerza que en él está contenida culturalmente por parte de todas las personas que conforman una comunidad humana determinada. Esta dinámica simbólica es eficaz, está cargada de un talante afectivo capaz de construir y de-construir nuestras estructuras personales y sociales”. LUCIANI R., La palabra olvidada..., 207.
[7] Se cita a continuación un fragmento interesante de JUNG C., citado a su vez por LUCIANI R., a propósito de la dimensión comunitaria del símbolo: “Según C. Jung el símbolo entra en una dimensión transracional, aunque no la niega. Lo ausente no se hace presente mediante un concepto o significado, sino por la expresión efectiva convivenciada en un grupo de personas. Por ello, no pertenece a ‘uno’, nunca es individual, sino a muchos, es profundamente comunitario”. LUCIANI R., La palabra olvidada..., 208.
[8] FERRATER J., Diccionario de Filosofía…
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